Puntadas sin hilo

Privilegiados

El PSOE tiene perfectamente definido quiénes son los «buenos» y los «malos» en todo tipo de ámbitos, incluso los más nimios

Manuel Contreras

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Está por escribir el ensayo politólogo que compare los comportamientos de la derecha y la izquierda al llegar al poder . La derecha, incluso si ha logrado una gran mayoría electoral, asume la responsabilidad de gobierno cohibida, como si tuviese que pedir disculpas por haber ganado. No tarda en hacer guiños centristas para maquillar sus postulados ideológicos, ya sea renunciando a compromisos políticos — subida de impuestos, ley del aborto — o reservando algún cargo para designar algún perfil independiente.

En el plano de la comunicación, procura desmarcarse de los medios que considera inevitablemente fieles y por el contrario seducir a los hostiles, ya sea facilitando apoyos financieros — grupo Prisa — o mediante concesiones políticas — La Sexta —. La izquierda, sin embargo, hace todo lo contrario; nada más llegar al poder anuncia decisiones referenciales , con frecuencia sobreactuadas, para remarcar su izquierdismo y ejemplifica con los primeros nombramientos. Su estrategia mediática no tiene contemplaciones , apoya a los que considera aliados y fustiga a las cabeceras críticas. Mientras que la derecha apuesta por la permeabilidad ideológica , la izquierda traza una línea y simplifica el escenario: a un lado los amigos y a otro los enemigos, sin matices.

En Andalucía , tras más de 36 años en el poder, el PSOE ha convertido este maniqueismo político en manual . Tiene perfectamente definido quiénes son los buenos y quiénes los malos en todo tipo de ámbito, incluso en los más nimios. Desde el empresariado o el sindicalismo a los movimiento vecinales o las cofradías, pasando por el asociacionismo en ámbitos profesionales o educativos. En todos ellos la Junta de Andalucía tiene piezas bajo su control a las que permite ciertos amagues de desmarque para salvar la cara frente a la ciudadanía, pero que actúan con disciplina militar cuando llega el momento. En un sector tan estratégico como la comunicación no iba a ser menos y, más allá de Canal Sur, la Junta sabe perfectamente cuáles son las empresas que se cobijan bajo su generoso techo.

Esta metodología de poder ha generado en Andalucía una clase privilegiada que gravita sobre los presupuestos de la Junta y cuya superviviencia depende decisivamente de las dádivas públicas. El tinglado de los ERE no es más que una herramienta para poder repartir este dinero de forma más ágil y sin la engorrosa fiscalización administrativa. Los ERE permitía el reparto discrecional de los fondos entre los privilegiados . Esta es la Andalucía en la que vivimos, una Andalucía de dos velocidades, la del poder y la de la independencia. Cuando llegaron los estragos de la crisis, a los privilegiados les pusieron el respirador de los millones de euros de los ERE y los demás tuvimos que capear el temporal como pudimos. La vida fuera del paraguas oficial es inhóspita, pero los que no recibimos ayudas también gozamos de un notable privilegio: el de trabajar con la libertad de no deber nada a nadie .

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