La pregunta del millón
¿Por qué no gana el PP en Andalucía? La anomalía electoral en nuestra tierra no es un error del partido que gobierna. Quien gana no tiene que pedir perdón
Llegó Pablo Casado a la Andalucía que no le vota al PP, a la tierra que se resiste al mandato de los populares en el vedado palacio de San Telmo. Muy cerca del lugar donde Susana deshoja la decisión de convocar las elecciones antes de Navidad, el líder de la derecha española desgranó su plan de gobierno con una facilidad asombrosa para estos tiempos que corren. Cabeza perfectamente amueblada donde cabe el Estado entero. Fraga con aspecto de padre de familia joven, de clase media, con sonrisa fresca y maneras de tertuliano o vendedor que estructura perfectamente su discurso. Ni un papel en el atril. Un profesional en el mejor sentido de la palabra.
Sin embargo, en el ambiente del salón flota una frase contradictoria. Todo eso está muy bien… pero así no se ganan unas elecciones en Andalucía. Durante la entrevista que sucedió a los postres -torrija primaveral con helado veraniego en este otoño al que no se le adivina su desembocadura invernal- el director de nuestro ABC le hace la pregunta. Se trata de la pregunta del millón. La que aún no han respondido los populares tras cuatro decenios mal contados en la oposición. ¿Por qué no ha gobernado la derecha en Andalucía durante estos cuarenta años? El oficio del periodismo es así. O debería serlo.
Casado duda. Es el único momento en que se descompone su discurso. Tropieza en la sintaxis. Durante dos o tres segundos no sabe por dónde tirar. No se ha aprendido la respuesta de memoria, como sí había hecho con otras preguntas que ha respondido de forma fácil y sonriente. Sale del paso como puede, preguntándose a sí mismo -retórica de capotazo hacia fuera- por qué los andaluces no se merecen un cambio de gobierno. Y entra en la gran contradicción de la que aún no ha salido el PP andaluz. La que no quieren reconocer: si no han gobernado, buena parte de la culpa es suya.
Aquí podemos hablar de voto subvencionado o cautivo, de Régimen en el sentido que utiliza el profesor Cuenca Toribio en su Historia general de Andalucía. Pero al final siempre llegamos a la misma conclusión, a la pregunta que hizo Álvaro Ybarra en medio del discurso vertebrado y perfectamente estructurado de Casado, al que por cierto habría que aclararle que una cosa es el liberalismo y otra, muy diferente, el humanismo cristiano: predica los dos conceptos a la vez, mezclándolos a su conveniencia en una amalgama que le viene bien para cuadrar eslóganes electorales, pero que nos chirría a los cuatro gatos que nos dedicamos a analizar esas cosas.
¿Por qué no gana el PP en Andalucía? La anomalía electoral en nuestra tierra no es un error del partido que gobierna. Quien gana no tiene que pedir perdón. Ningún partido político va a entregar el poder por cansancio. Jamás. En eso consiste el juego democrático, en ganar elecciones para gobernar, y no en perderlas para que gobierne el otro. A la salida del hotel, la otra pregunta. La que se hace el cronista cada vez que acude a un acto como este. ¿Por qué vienen los dirigentes del partido, si ya están convencidos? Un pepero con trienios nos responde con la sorna propia de la inteligencia. «Porque no estamos tan convencidos como parece». Tal vez está ahí la clave. O no, como diría el antecesor de Casado…