Plan Estrecho

Contreras, que ya conoce bien los territorios de la tierra y del aire, conocerá los problemas que vienen por el mar

Antonio García Barbeito

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Sabe el general Contreras que el Estrecho no es el Vado de Quema, ni el cargo que le han dado tiene nada que ver con el Plan Romero. Cuando el general de la Guardia Civil don Manuel Contreras Santiago era comandante, a su condición de hombre ejemplar en el cumplimiento de su deber unía ya la afición por las relaciones sociales, los buenos ratos entre amigos, en la relativa tranquilidad que le daba, a la sombra de la alameda del Vado, saber que quienes pasaban la frontera fluvial del Guadiamar por aquel sitio, eran alegres rocieros. El Plan Romero, en manos del comandante Contreras -sin olvidar a cuantos con él colaboraban, por debajo y aun por encima de su grado-, era un éxito asegurado, porque conocía el paño, o, mejor, los paños, el de las gentes y el territorio y el paño verde del Cuerpo, que para eso es hijo de un guardia civil. Por entonces, escribimos que el gran milagro para que en el Rocío no pasara nada lo obraba la Guardia Civil -Verde Paloma-, tanto como la propia Virgen. Porque, sepámoslo, el Rocío, como las operaciones de salida y retorno de tráfico, tiene en la Guardia Civil su más cercana ayuda y su más cercana solución. Ya hemos dicho muchas veces que si en España todo funcionara como la Guardia Civil, otro gallo -para bien- nos cantaría.

Tiene temple, el general Contreras. De palabras justas, de mirada clara, de acciones sensatas. El general tiene, además, mano firme y corazón con muy buen oído, quiero decir que oye perfectamente dónde está la necesidad del prójimo y, también, dónde están sus obligaciones, las del prójimo y las suyas. No es moco de pavo el cargo-encargo que le han dado, tratar de controlar el problemón de la inmigración por las aguas donde los mares se juntan. El general habrá de distinguir entre la desesperación y el aprovechamiento; entre pateras infames, más cerca del naufragio que de la salvación, y la violencia que recurre a lo que sea, con tal de pasar, a la fuerza, por la vallada frontera. El problema que le entregan no es poca cosa, pero quien lo ha nombrado sabe que el general Contreras es mucho general, mucho guardia civil, mucho tío. Y mucha persona. Aceptar el mando único del Estrecho, y eso lo sabe el general de brigada, no es un pastelito, pero Contreras sabe que esa ropa no se viste para comer pastelitos, sino para tragarse muchas veces vasos de hiel. Contreras, que ya conoce bien los territorios de la tierra y del aire, conocerá los problemas que vienen por el mar. El sueño -y mi deseo- sería que su buen hacer convirtiera el Estrecho en un Vado de Quema del Plan Romero. Por falta de entrega no va a quedar. Suerte, mi general.

antoniogbarbeito@gmail.com

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