El otro 98
Del parte de guerra del almirante Cervera a la biblioteca sevillana que se perdió en el año del desastre
Ese papel viejo, doblado de amarguras, la tinta desleída y con olor a ultramar se encontraba en una casa solariega de Cádiz. Era el parte en el que el almirante Cervera describió la derrota del ejército español en Cuba. Un hallazgo que los novelistas Jesús Maeso de la Torre y Antonio Pérez Henares han contado en ABC con la melancolía de las crónicas de las últimas colonias. La carta es un documento excepcional que resume el fin de una época, la nostalgia de aquella tierra perdida que quedaría guardada en los arcones de los abuelos.
Pensando en esto he recordado un curioso epílogo del año del desastre que tuvo como protagonista a una biblioteca sevillana. Una biblioteca que ahora se encuentra en Estados Unidos, la potencia emergente que derrotó a la frágil España del 98.
Fue el millonario norteamericano Archer Huntington, fundador de la Hispanic Society de Nueva York, quien compró por un millón de pesetas de 1901 la biblioteca del marqués de Jerez de los Caballeros, la mejor biblioteca privada de España sobre literatura del Siglo de Oro. En la casa del marqués se celebraba una tertulia a la que acudía lo más granado de aquella erudita Sevilla de fin de siglo:Manuel Gómez Imaz, Joaquín Hazañas y la Rúa, Luis Montoto, Valdenebro, Chaves Rey, Cano y Cueto, Rodríguez Marín y Menéndez y Pelayo cuando visitaba la ciudad.
La ruina del marqués, como la de España, provocó que vendiera la biblioteca. Conocida la terrible noticia, los tertulianos se cruzaron cartas que hacían trágicos paralelismos con la reciente pérdida de las colonias. Menéndez y Pelayo: «Mayor desastre y más irremediable sería éste que los de Cavite y Santiago de Cuba». Y Rodríguez Marín: «¡Qué gran desgracia! ¡Más daño nos ha hecho Mister Huntington solo que todos sus paisanos».
Terrible tuvo que ser el empaquetamiento de aquellos libros que Rodríguez Marín intentó copiar desesperadamente antes de que partieran de la ciudad. Lo hizo con unas cartas inéditas de Quevedo y una relación de Mosquera de Figueroa sobre escándalos monjiles. Pero no le dio tiempo. Por el río se fue la admirable biblioteca a Nueva York. Y aquí quedó la rabia y la indignación de los hombres de la cultura.
Pero España siempre guarda extrañas paradojas. Si con el desengaño por la decadencia del imperio nació el Siglo de Oro, el desastre del 98 provocó una de las generaciones más brillantes de nuestra historia. La necesidad de reflexión y regeneracionismo cuajó en otra edad dorada de las letras. Porque probablemente los ingenios de su cultura han sido lo único que ha salvado la triste, derrotada y melancólica historia de este país.