CARDO MÁXIMO
Orgullo de turistas
Para lamentarse de que no se puede dar un paso sin toparse con ellos ya hay muchas voces
Algo estaremos haciendo bien cuando los datos del turismo son los que son. Y mejoran. Algo en lo que, por una vez, coinciden las administraciones públicas, la iniciativa privada y los propios sevillanos. Algo de lo que vive la ciudad. A pesar de todos los pesares, de todos los lamentos y las colas para entrar en el Alcázar, a pesar de una oferta mejorable, a pesar de las quejas no tan generalizadas y del desdén de los residentes, a pesar de los taxistas listillos que les cobran de más, a pesar de los apartamentos en un cuarto piso sin ascensor, a pesar de los camareros que los miran mal, a pesar de la peste a cagajones en el mejor cahíz de tierra, a pesar de los agoreros y de todos los que recelan del turismo, a pesar de los que miran constantemente para Venecia o Barcelona, a pesar de quienes querrían imponer un numerus clausus, a pesar de los que abominan de los guiris de sandalias con calcetines lo estamos haciendo bien. Tanto, como para que el mes de julio se haya convertido en temporada alta -bien es verdad que el clima ayudó- y Sevilla rompa la tendencia nacional de contracción. Así que habrá que felicitarse por el éxito. Y hacerlo extensivo al equipo de gobierno municipal: las cosas se están haciendo razonablemente bien y bueno es reconocerlo.
Los turistas son orgullo de Sevilla. Y hay que decirlo a boca llena. Porque para llevar la contraria, para lamentarse de que hay pisos turísticos en cada bloque y que no se puede dar un paso por el Centro sin toparse con turistas despistados que no saben qué pedir en la barra y hasta que las ruedas de las maletas hacen un ruido insoportable ya hay muchas voces. Demasiadas. Así que conviene mostrar ese orgullo bien a las claras. Si vienen tantos turistas a Sevilla -de todo pelaje, condición y capacidad de gasto- es porque la ciudad tiene algo que les interesa y están dispuestos a pasar por encima de todas las incomodidades que nos pueden parecer insalvables. Si de entre todas las ciudades del mundo han elegido Sevilla -con todas las objeciones que se nos ocurran- es motivo para estar orgullosos.
Por eso hay que agradecerles que nos visiten y que escojan pasar unos días en Sevilla (cada día más) y gastar algunos euros en la ciudad (cada día más). Si de entre todas las ciudades del mundo a donde pueden viajar han elegido Sevilla -con todas las objeciones-, es motivo para estar orgullosos.
Sevilla se juega mucho con el turismo. Es nuestra tabla de salvación. Conviene mimarlo, organizarlo, planificarlo y regularlo. Para que no se nos vaya de las manos porque es un tesoro que muchas otras ciudades competidoras querrían arrebatarnos.
Algo estaremos haciendo bien y es bueno felicitarse por ello. Sin complejos.