Manuel Contreras

Olímpicos en funciones

Compiten con la inercia de una dinámica agotada y a la espera de un relevo que no se sabe cuándo llegará ni de dónde

MANUEL CONTRERAS

Tengo una teoría sociológica, totalmente apócrifa, según la cual el atasco político está contagiando otros ámbitos del país, de forma que todos estamos empezando a sentirnos como interinos. El interino es por definición un trabajador que vive en la incertidumbre crónica y siempre aspira a una vida mejor, con más seguridad, pero acaba resignado a sobrevivir en una eterna coyunturalidad. Teme asumir proyectos a largo plazo porque no sabe lo que le deparará el futuro, se siente inferior a aquellos que gozan de la estabilidad que desea. Algo así está ocurriendo en nuestro país: las dudas sobre el futuro, la ausencia de proyectos y la percepción de que todo es coyuntural acaba minando la moral de un país cada vez más fustrado. Tendemos a circunscribir la crisis de gobernalidad que sufrimos desde hace siete meses a un ámbito estrictamente político, pero su proyección sobre el ánimo de la sociedad no es desdeñable, porque nos estamos convirtiendo en un país acojonado que va dejando de creer en sus posibilidades.

La prueba la tienen en Río de Janeiro, donde los olímpicos españoles parecen estar como el Gobieno, en funciones. Compitiendo con la inercia residual de una dinámica agotada y a la espera de un relevo que no se sabe cuándo llegará ni de dónde. Como en el propio Gobierno español, parece que nada ha cambiado: los mismos nombres, los mismos cargos. Pero no es lo mismo, porque los deportistas parecen estar como los actuales ministros, con las manos atadas. La selección de fútbol apenas compareció en la Eurocopa; la de baloncesto ofrece la misma sintomatología; la armada española del tenis sucumbió ayer en una jornada negra en la que solo la raza inagotable de Nadal ofreció la mentalidad ganadora que denota a los campeones. Pero hasta el propio Rafa sabe que ya ha escrito las mejores páginas de su historia.

Somos un país en tránsito, que sigue con los protagonistas en funciones sin que nadie sepa con exactitud qué va a ocurrir después, ni si lo que venga va a ser mejor o peor. Vivimos en un paréntesis, tanto en política como en el deporte; un paréntesis de fustrante interinidad en el que el paisaje se mantiene pero los resultados empeoran. La gente no ve proyectos, se queda sin referencias en las que creer, y la consecuencia es un pesimismo sordo que se va extendiendo por la sociedad española como una mancha de aceite. Ojalá los próximos días desacrediten esta columna; no por parte de los políticos, cuya capacidad para solventar los problemas que han creado es bastante limitada, pero sí de los deportistas que están en Brasil. Espero que se sacudan su interinidad y dejen de estar en funciones para volver a comandar otro torrente de éxitos del deporte español. Y si es en voley playa femenino, miel sobre hojuelas.

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