Alberto García Reyes - LA ALBERCA

Así no podemos

ALBERTO GARCÍA REYES

UNA chica de unos 20 años escribió en el libro de visitas: «Volberemos». Literal. Fue ayer, a la salida de un belén viviente, sólo unas horas antes de que el escrutinio empezara a desverlarnos que España está rota. Unos metros más adelante, un padre de unos 30 años reprendió a su hijo por subirse en un bolardo: «¡Abájate!». Rápidamente me convencí de que las carencias más graves de este país no son económicas. El bipartidismo ha construido una sociedad partida en dos: talentos que se han tenido que ir de España para encontrar trabajo y personas a las que interesaba aborregar con subsidios y que ahora escriben volver con be. Los resultados electorales de anoche no son más que una consecuencia directa de esto. Aquí sólo ha habido partidismo, no estadismo. Y a la larga, ese servilismo que en teoría aseguraba el poder siempre a los mismos ha terminado por enfermarlos. Nos han dejado un país con un altísimo porcentaje de jóvenes cuya Educación está por los suelos. El puñetazo de un menor al presidente del Gobierno lo resume bien. La política miope que sólo tuvo miras en el poder ha debilitado los órganos vitales de la nación. Todo país serio late gracias al conocimiento y los valores de sus ciudadanos. Si se olvida esto, su sistema inmunológico decae. Y con las defensas bajas...

Podemos se ha metido de lleno en nuestras entrañas gracias al PSOE y al PP, no por sus méritos intrínsecos. Rajoy obtiene una victoria pírrica que, en todo caso, hay que elogiarle en un contexto de corrupción como el de su partido. Pierde más de 60 diputados, que es una cifra bochornosa, pero aún le cabe el pretexto de que gobernar debilita. Ese fue el corcho al que se agarró Rubalcaba hace cuatro años para disfrazar el ridículo. El zapaterismo había hundido al PSOE hasta sus peores resultados. Pero ahora Sánchez no tiene ninguna excusa. Ha dejado al partido con las constantes vitales al borde del colapso mientras por su izquierda se le ha metido un vendaval que no ha sabido frenar de ninguna manera. Esto es lo más alarmante de estos comicios: los socialistas están a oscuras porque la alternativa que se vislumbraba desde el Sur no ha sido capaz de sacarle hueco al rival como para ganar la clasificación general. Susana Díaz apenas le ha sacado 2,5 puntos de ventaja en Andalucía, el feudo histórico del partido, al insípido Juanma Moreno. Y ha perdido en las ocho capitales, incluida Sevilla, con vapuleos como el de Cádiz, donde ha caído al tercer puesto por detrás de Podemos y PP. Estos datos, por mucho que se quieran maquillar, son una tragedia. Porque sitúan al PSOE en una encrucijada histórica para el país. España necesita ahora más que nunca a un partido que ha sido tan importante para su devenir democrático. Lo necesita con los valores que lo encumbraron al triunfo, no con los principios endebles con los que se ha presentado esta vez. Los socialistas tienen ahora por delante una disyuntiva crucial para rescatarse a sí mismos primero y luego a la nación. En definitiva, para volver con uve. Pensando en las próximas generaciones, no en las siguientes elecciones. Porque lo que está claro es que así no podemos.

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