Mirando al cielo
En sus cabezas no cabe un siroco más. Y hay más pamplinas que en el bolso de Doraimon
Con dolor de cuello y alguna que otra siniestra premonición mira Sevilla al cielo que aún no ha perdido gracias al Ateneo, para indagar, por el brillo de la estrella de la ilusión y los globos de gas escapados a las nubes, si el día de la Cabalgata se moja o no. Dicen los de las isobaras que el día más ilusionante para los niños y para los mayores que, una vez al año, se niegan a dejar de serlo, puede que se moje. Lagarto, lagarto. Necesitados estamos de muchas remojadas, de cantar con Juan Luis Guerra que ojalá llueva café en el campo, de cantar bajo la lluvia como Gene Kelly y de recordar al ahora premio Nobel Bob Dylan con su dura lluvia a punto de hacer. Pero hay más días que ollas. Y el día de los niños es solo uno. Un día contra el resto del año. ¿Tiene que llover el cinco de enero, joé? Bueno, pues en eso está el cuello de Sevilla, estirado como una Giralda de buenos deseos, apuntando al cielo y soplando a las nubes para que se vayan a donde se tiene que ir: al campo, para darle agua y brotes verdes (de los de verdad) a la ganadería y a los cultivos. Aquí si algo debe llover mañana son caramelos.
De las cuatro esquinas de España nos llegan otros ecos sin magia, noticias de cabalgatas hechas por mayores y para mayores. Manipulándolas y desnudándolas de su verdadero significado. Una epidemia de oportunismo que no se para en barras a la hora de manosear lo intocable. ¿Hay algo más intocable que la ilusión de un niño? También en algunas cabalgatas de Reyes españolas ha desembarcado el rajón en el lienzo y la mancha provocadora en la comitiva. Olvidando conscientemente que son de uso exclusivo de los niños. Que no es material politizable. Que ninguna cabalgata es carne de ideología o ideario político. Que es solo eso: una cabalgata de Reyes Magos. Ni más ni menos. Sin embargo, por Cataluña, algunos la van a poner al servicio del independentismo, para que los niños que adoctrinan en las escuelas aprendan que el rey republicano bueno va vestido de amarillo, aunque sea de la banda del tres por ciento. Por Valencia siguen con sus reyes magas en un revisionismo de la tradición que demuestra la socarrá mental que padecen los notas. Y por ahí anuncian ahora que una cabalgata de Reyes Magos incorporará al elenco a una drag queen, para espantar la homofobia. En sus cabezas no cabe un siroco más. Y almacenan más pamplinas que Doraemon en su bolso.
Aquí también cuecen habas y no precisamente de la suerte. Algunos municipios de la provincia, alertados por los partes climatológicos, han decidido anticipar la cabalgata, adelantarse a su día, para evitar que les caiga un chaparrón. Y el chaparrón les ha caído en las redes y en la opinión precisamente por eso: por una decisión también poco respetuosa con el calendario, real e ilusionante que marca la fecha. Lo que daría de sí más de uno de estos amigos del secano en una hermandad sevillana en semana santa de torrenteras… Más lógico y menos agresivo con el calendario infantil de Reyes es retrasar la fecha y tener muchos más argumentos míticos para no convertir en retales la ilusión y creencia de los más pequeños. Yo creo que se impondrá la razón y lo mismo que hay cabalgatas en barrios señeros de la ciudad el día después de la del Ateneo, algunos pueblos de la provincia seguirán esa iniciativa. Que no violenta en absoluto la magia de la fecha. Sino que la multiplica y que resulta fácilmente justificable ante las preguntas más inesperadas de los niños. El Ateneo en Sevilla sigue siendo fiel a su espíritu. Sin caer en mediocridades de ocasión. Y brindándole a la ciudad algo tan nuestro que debe seguir siéndolo. Por encima de magas, turbantes amarillos y drag queen coladas de rondón en una cabalgata que no es la suya. Y que se respeta pese a lo irrespetuosos que son, incluso, con la cabalgata de la ilusión de los niños.
