El PP de Sevilla lo vuelve a hacer
Con Vox al alza, reabrir el conflicto interno en la provincia es un riesgo irresponsable
Si los jefes de estrategia del PSOE y Vox se llevasen bien y se reuniesen para tomar una copa de vez en cuando, que me imagino que no pero vaya usted a saber, seguro que fabularían con el sueño de un PP sumido en una ... guerra como la que vivió el partido en Sevilla hace cuatro años, con los dirigentes divididos en dos bandos irreconciliables y cruzándose navajazos traperos.
-Eso, pero puestos ya a pedir, que la guerra fuese más allá de Sevilla y afectase a las direcciones regional y nacional, diría uno de ellos al tercer cubata.
Pues los amigos del PP de Sevilla lo están haciendo realidad. Cuatro años después del congreso que abrió en canal el partido y que ocasionó un descalabro electoral, la militancia vuelve a dividirse en dos con la misma inquina que en 2017. Porque esto no es un pulso legítimo entre dos tendencias, ni siquiera entre dos modelos opuesto de gestión del partido, sino una mera batalla de ambiciones personales, las que generan los conflictos más virulentos. Se trata de un pulso de poder con el agravante inverosimil de que los bandos se han intercambiado: los que hace cuatro años apoyaron a la actual presidenta, Virginia Pérez, quieren ahora su sustitución y los que se opusieron entonces a su elección la quieren mantener en el cargo. Por si fuera poco, el PP sevillano va camino de convertir esta pelea en toda una señora crisis nacional, enfangando a Pablo Casado y Juanma Moreno -y por extensión al resto de barones- en una pelea en la que los únicos vencedores estarían en otros partidos.
La repetición del conflicto de Sevilla supone ante todo un fracaso de gestión orgánica. El deja vu del PP sevillano deja en muy mal lugar a los responsables del aparato del partido, que han tenido cuatro años para recomponer fisuras y organizar un proyecto en Sevilla en el que todo el mundo se sintiese integrado. El fracaso se hace más incomprensible aún al disponer el PP de la mejor argamasa para superar rupturas, que es el poder político: no será porque no hay sitio en el aparato institucional de la Junta para ofrecer salidas dignas a dirigentes incómodos. Hace tiempo que los secretarios generales regional y nacional deberían haber tomado cartas en el asunto sevillano y negociar una solución sin que la sangre llegase al río. Toda la habilidad que demostraron los populares en la negociación con Cs y Vox para gobernar en Andalucía les ha faltado ahora para ordenar su propia casa.
La crisis de hace cuatro años ya tuvo un apreciable impacto electoral. Ahora, con Vox al alza, reabrir el conflicto interno en Sevilla supone un riesgo irresponsable. Alguien debería advertir a Juanma Moreno de que todo el buen trabajo que se está haciendo en la Junta se puede ir al garete por no tener ordenada la cocina de su propia casa.
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