No ni ná
La movida madrileña
Moreno tiene poco que agradecer a sus amigos madrileños. Aquellos compañeros de copas parece que no han dejado sus hábitos adolescentes

La mayoría de los militantes del PP, sus simpatizantes y votantes, desearían hoy que Ayuso fuese hija única, que el lanzamiento de huesos de aceituna fuera una disciplina olímpica que permitiera a sus más destacados plusmarquistas vivir de ese talento; que a Miguel Ángel Rodríguez ... le bastara entretenerse viendo 'House of Cards', y que a Pablo Casado le sobraran tablas y le faltaran celos. Pero no. El mundo es así de cruel y la política más. Les queda el consuelo de que al menos pueden presumir de la transparencia de su partido, aunque sobre los cristales del escaparate de los secretos chorree la Ka Ka de Luxe que brota de cada garrotazo después de decidir retransmitir en directo sus intrigas y mostrar sus verdades más pudendas.
Los recurrentes «tiros en el pie» que se les achacaban a los populares por sus errores son una anécdota ahora que todos han decidido usar metralleta.
Para lo que atañe a Andalucía, la movida madrileña amenaza a Juanma Moreno con una sobredosis de golpes bajos que le pueden convertir en el chico de ayer en lo mejor de su carrera. Madrid le mata. Entre el 'Hoy no me puedo levantar' (y mañana tampoco) de Casado y el 'A quién le importa' (el negocio de mi hermano) de Ayuso, la escuela de calor del PP le está quemando la renta. En el siniestro total que es Génova, capital de Malasaña, sus ejecutivos agresivos cantan embriagados 'bailaré sobre tu tumba'. No es serio ese cementerio. Solo la autosuficiencia salvará a Moreno de esa parálisis permanente en la que se puede convertir el partido de las cien gaviotas abatidas si no hay una intervención rápida. Pongamos que mediante un ataque preventivo de Feijóo.
Hay un lugar, en la moderación, que Moreno siempre ha reivindicado a este lado de la carretera. Precisa recuperarlo de tantas perlas ensangrentadas. El acoso y consiguiente desgaste a Ciudadanos y el juego de distancias con Vox deja al PP ante el reto de alcanzar difíciles mayorías absolutas a las que tendrá que apelar como eje de su campaña. Julio puede ser muy tarde para la catarsis que reclama la militancia y noviembre hasta pronto para volver a las urnas. Cuando hablen las encuestas y Michavila haga inventario del desastre –el cachondo de Tezanos seguro que le da ahora una remontada al PP en el CIS–, hablarán los héroes del silencio que han gastado este fin de semana toda la saliva en discutir cómo se le mete mano al Gabinete Caligari que se enroca en las siglas del partido.
Moreno tiene poco que agradecer a sus amigos madrileños. Aquellos compañeros de copas no han dejado sus hábitos adolescentes. Al lado de ellos parece un padre y Feijoó un abuelo. Ahora tienen que ejercer la patria potestad.
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