¿Tan difícil es contar?
Cambios de metodología, diferencias de criterio y la demora en la comunicación de decesos explican el carajal
Por increíble que parezca, sí. Claro que la dificultad no proviene tanto de perder la cuenta, cuanto de que la homogeneidad de lo que se quiere contar. En torno a la cifra de decesos hay ahora mismo un carajal motivado por los cambios de metodología ... introducidos por el mando único sanitario, las diferencias de criterio adoptado por las autonomías y la propia demora (de uno a dos meses) en la comunicación de los fallecidos al único organismo que legalmente tiene potestad para certificar la defunción de alguien en España: el Registro Civil. Por eso las cifras no cuadran. Las empresas de pompas fúnebres calculan que han muerto por la pandemia 43.985 personas entre el 14 de marzo y el 25 de mayo. Cifra asombrosamente parecida al exceso de decesos que descubre el INE comparando las cifras de 2020 con las del año anterior: 43.945 muertes más hasta la semana 21. El Instituto de Salud Carlos III, que coteja semana a semana los reportes de registros civiles informatizados (aproximadamente el 93%) arroja 43.304 fallecimientos de más sobre lo que los estadísticos habían previsto. Entonces, ¿de dónde saca el Gobierno que los fallecidos por la pandemia son a día de hoy 27.136? Vuelta a la metodología: no es lo mismo morir por Covid-19 que con Covid-19 que durante la epidemia de Covid-19. Eso explica la divergencias.
Mueren por Covid-19 aquellos que no logran superar las complicaciones derivadas (principalmente respiratorias y circulatorias) de una afección efectivamente diagnosticada por cualquiera de los métodos al uso. La Covid-19 se convierte en causa básica del fallecimiento.
Luego tenemos a las personas muertas con Covid-19, principalmente ancianos y pacientes con patologías previas a las que el contagio agravó sus dolencias, de las que finalmente acabaron muriendo. En este caso, el coronavirus no fue causa directa, pero sí coadyuvante de sus fallecimientos. Se les diagnosticó en vida o la autopsia confirmó el contagio postmortem, lo que hace que las estadísticas oscilen con frecuencia al imputarse su defunción con carácter retroactivo, porque acaban incorporados a la cifra oficial.
La tercera categoría es la más amplia. Recoge la cifra de todos que han fallecido durante la pandemia sin que se pueda precisar si el coronavirus tuvo intervención alguna. Han muerto en este tiempo, algunos puede que contagiados pero la mayoría por causas naturales o agravamiento de patologías previas. Ahora bien, queda por estudiar -tarea para años venideros- la influencia de las condiciones ambientales (soledad, depresión, aislamiento, pérdida de horizonte vital) durante las terribles semanas del confinamiento extremo.
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