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Cardo Máximo

El calor de siempre

Nada como un buen chapuzón en la hemeroteca para sacudir el pensamiento erróneo de que nunca hizo tanto calor

Javier Rubio

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Ahora seguro que lo llaman resiliencia térmica o sostenibilidad climática, uno de esos sintagmas ridículos con que los cabezas de huevo bautizan cualquier realidad que ya existiera antes de que a ellos, con su semántica rimbombante, les diera por inventar un vocablo para dar el ... pego. Pero toda la vida de Dios se ha llamado aguantar el calor, en sus variadas formas del estío: los cuarenta en todo lo alto, las noches tropicales, el bochorno, la solana, el recalmón… Porque aguantar tiene un sentido más amplio que soportar y, por supuesto, que sobrellevar, con los que comparte campo semántico. Aguantar el calor implica un esfuerzo físico, casi como quien carga un fardo o agavilla las espigas en plena siega. Sólo que ya no quedan cuadrillas de segadores (con las ristras de ajo al cuello y el sol achicharrando el lomo)… ni quien aguante el calor.

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