ECONOMISTA EN EL TEJADO
Informe de Nochebuena
Carmen y yo cenaremos juntos, y aunque nos tenemos dicho casi todo, algo inventaremos
Les escribo en esta buena noche porque mañana esta casa se llenará de gente y de ruidos y no creo que pueda hacerlo. Esta noche, no. Esta noche Carmen y yo estaremos solos, y no nos compadezcan. Es una soledad voluntaria, o sea que no es soledad. Las circunstancias penosas de las que uno puede salir cuando quiera son una impostura, un simulacro, una falsa copia de una realidad doliente. Una verdadera desgracia debe ser sin retorno, sin retroactividad, sin esperanza. Mi soledad será un estado temporal y elegido que hasta me gusta. La verdad es que yo no pensaba contarles esto sino reflexionar sobre la sincronía entre el ciclo sociopolítico y el económico. Ya ven, qué rollo. Entre mis colegas menos sectarios, unos opinan que nuestras tendencias centrífugas traen causa de la recesión económica, y otros —también cargados de modelos y datos— lo contrario: que ahora cuando nos convencen de la salida de la crisis es cuando los separatistas sacan pecho y se atreven a proclamar sus repúblicas. Esta última tesis —más bien hipótesis— se abona a la idea algo derechosa de que cuanto mejor comidos, vestidos, cobijados, educados y protegidos, somos más reivindicativos, más protestones. Ninguno de mis interlocutores niega la «incrustación social» de la economía, alguien recuerda aquello de que la democracia sólo es posible a partir de cierta renta per cápita, el de más allá arguye que según las circunstancias es más eficaz instrumentar unas veces las desigualdades sociales y otras las identidades soberanistas, y los más rupturistas sentencian: ¡Qué tendrá que ver el culo con las témporas! Ya digo que yo pensaba echar mi cuarto a espadas con estos mis 2.976 caracteres (con espacios), sentando cátedra y pretendiendo tener la respuesta de todo, como es obligado. Pero hoy es Nochebuena, y en el tejado desde el que el economista habitualmente observa, hace mucho frío, así que me paso al interior de mi hogar y sigo con mi perspectiva de cena solitaria. Como muchas familias, en estas Pascuas tenemos que repartirnos las celebraciones con otros árboles del bosque genealógico y yo salgo bastante bien librado, pero en Nochebuena mis descendientes se van por las ramas «políticas», mis transversales están lejos, y mis ascendientes no están. Mejor dicho, todos están. Alrededor y más que otros días, más que cuando vivían. Esto no tiene nada de triste y no es espiritismo, en todo caso espiritualismo.
Carmen y yo cenaremos tan bien como siempre o quizá menos, porque mañana, en la comida de Navidad, todos nos excederemos. Se acabará este pequeño descanso entre festejos. Ella y yo cenaremos juntos, y aunque nos tenemos dicho casi todo, algo inventaremos. Casi seguro nada relativo a los ciclos económicos, algo sencillo que entiendan los ausentes, algo casi sin palabras. Posiblemente algo cursi y vulgar. Relacionado con la paz, con los hombres de buena voluntad. Algo de verdad importante. Ya les diré.
@eneltejado