Álvaro Ybarra

La ilusión de la unidad perdida

Ni siquiera un atentado masivo con decenas de víctimas sirve para aparcar la deriva secesionista que algunos, en su miseria moral, anteponen a la condena de la barbarie terrorista

Uno de los puntos improvisados en Las Ramblas como homenaje de ciudadanos y turistas a las víctimas del ataque terrorista EFE/ANDREU DALMAU

ÁLVARO YBARRA PACHECO, DIRECTOR DE ABC DE SEVILLA

La primera premisa para derrotar al yihadismo es la toma de conciencia por parte de la comunidad internacional de que todos estamos amenazados. La unidad de respuesta ante el terror global desencadenado por el odio a los valores de libertad que representa Occidente es la que ha marcado el unánime cierre de filas patriótico en Inglaterra, Francia, Alemania o Estados Unidos. Esta unidad sin fisuras que da testimonio de la certeza de que nadie puede declararse al margen de las amenazas terroristas ha empezado a resquebrajarse en España apenas un día más tarde de los atentados de Cataluña. La petición de los independentistas para que no se use la bandera de España como señal de duelo, la distinción entre víctimas catalanas y españolas hecha por el consejero de Interior de la Generalitat, Joaquín Form, o la proclama de que los ataques «no cambiarán la hoja de ruta secesionista» muestran hasta qué punto España está corroída por la metástasis de la división. Ni siquiera un atentado masivo con decenas de víctimas sirve para aparcar la deriva secesionista que algunos, en su miseria moral, anteponen a la condena de la barbarie terrorista.

Como escribía Bieito Rubido en su astrolabio del sábado, «a Puigdemont le preocupa más su procés que el yihadismo que puede arruinar la economía de Cataluña». Hemos perdido una buena oportunidad de recuperar el norte. Dentro de unas semanas volveremos a la plena normalidad de la propuesta de ruptura que supone el independentismo, a la división política y social, a la ambigüedad buenista de quienes quieren estar en todas las salsas.

Apagados los ecos de la solidaridad circunstancial, amortiguados por el tiempo los fogonazos de dolor, nos quedaremos a solas con nuestras peleas cotidianas, sin centrarnos en la prioridad que requiere la trágica disyuntiva que nos plantea el terrorismo islamista: O ellos o nosotros. Esa y no otra es la cuestión. Pero algunos tienen antes que justificar la huida hacia adelante en la que han embarcado a la sociedad catalana para lograr su propia supervivencia política.

@aybarrapacheco

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