Álvaro Ybarra Pacheco, director de ABC de Sevilla
La hora de Europa
Es preciso que Europa se ponga de acuerdo sobre qué está dispuesta a hacer para derrotar a Estado Islámico y al resto de organizaciones terroristas que nos han declarado la guerra
LAS declaraciones de condena, de apelación a la unidad frente al terrorismo, de cooperación y de solidaridad se suceden sin que puedan superar esa sensación de estupefacta tristeza que se nos ha quedado a todos tras los atentados de París. Estamos ante una guerra declarada desde el fanatismo de los yihadistas que muchos europeos se niegan a aceptar. No se trata de una guerra convencional. Se trata de sembrar el terror en la población con atentados bárbaros y masivos, propiciados por asesinos entrenados que están dispuestos a inmolarse con tal de llevarse por delante al mayor número posible de «infieles». Es preciso que tras la estela de reacciones urgentes que han dejado tras de sí los atentados Europa se ponga de acuerdo sobre qué está dispuesta a hacer para derrotar a Estado Islámico y al resto de organizaciones terroristas que nos han declarado la guerra. Porque la paz deseable es imposible de alcanzar con unos fanáticos que no aceptan más diálogo que el del odio, las bombas y la muerte.
El presidente Hollande ha declarado que se trata de un acto de guerra y que la repuesta de Francia será implacable. Es admirable la unánime reacción de los franceses contra el enemigo común. En España, cuando el 11-M, el Gobierno se convirtió en el objetivo a batir en lugar de los terroristas. Veremos cuántos están dispuestos a respaldar a Francia si la respuesta se concreta en combatir el yihadismo en su territorio y con todos los medios políticos, policiales, militares y financieros a su alcance. Habrá deserciones porque los valores que hicieron posible la civilización cristiana en Europa están en franca decadencia. Tan bajo han caído que están a punto de terminar de arrebatarnos la autoestima necesaria para luchar contra unos fanáticos que están dispuestos a matar y morir por sus creencias.
Que nadie se engañe. Lo que está en juego es la libertad y el sistema de convivencia democrática de Occidente. Igual que hay que evitar que paguen justos por pecadores, refugiados que huyen del mismo terror que ha asolado París por yihadistas sedientos de venganza, es preciso que nos nos dejemos enredar por las polémicas que siembran los mismos demagogos del «buenismo» y el pensamiento débil. Europa, que se ha convertido en la referencia de todos cuantos huyen de la barbarie islamista, necesita dar una respuesta unánime a quienes se han propuesto que dejemos de ser ciudadanos libres.