Tribuna Abierta
Fusión de municipios
Las empresas se fusionan para lograr mayor tamaño y músculo financiero, para hacerse más competitivas, para reducir gastos y mejorar la eficiencia. Con las fusiones municipales sucedería lo mismo

En esta época de nacionalismos cada vez más estrechos, donde lo que se lleva no es unir sino segregar, donde se promueve la explotación del sentimiento identitario en beneficio (electoral) por encima incluso del bien de los ciudadanos, donde los referéndum de independencia son los ... que copan la agenda pública, causa una gran alegría encontrarse en los medios de comunicación nacionales la iniciativa de fusión entre dos municipios extremeños, Don Benito y Villanueva de la Serena, sobre la que en febrero de 2022 va a celebrarse una consulta pública a los vecinos que acaba no sólo de ser autorizada por el Gobierno sino aplaudida y recomendada por su portavoz, que es a la sazón Ministra de Política Territorial, quien no ha dudado en calificarla de «una buena noticia de eficacia de los recursos públicos y de generosidad para mejorar la vida de los vecinos».
La fusión de municipios está amparada por nuestro ordenamiento jurídico, avalada por el Tribunal Constitucional y recomendada por las instituciones europeas debido al obsoleto sobredimensionamiento de nuestra planta municipal y a las ventajas financieras y de prestación de servicios que ofrece su rediseño. La UE, de hecho, la ha recomendado para municipios contiguos por debajo del umbral de 10.400 habitantes. Sin embargo, en España, a pesar de ese respaldo legal y esa recomendación comunitaria, y a pesar también de que más de la mitad de los pueblos españoles tienen menos de mil habitantes y hasta el 17% menos de cien, los casos de fusiones de municipios son muy escasos.
Tan escasos que hasta el momento, en nuestra democracia, sólo se han dado dos casos, los dos en Galicia. En 2013, dos municipios gallegos de entre 2.000 y 3.000 habitantes se unieron bajo el nombre de Oza-Cesuras (A Coruña), siendo esta la primera fusión de pueblos en España. Cuatro años después, y también en esta comunidad, otras dos entidades locales, Cerdedo y Cotobade (Pontevedra), se unieron bajo un mismo nombre en 2017 superando las 5.600 personas en la localidad. Los casos contrarios, de segregaciones de municipios, sí son más frecuentes, y de hecho desde 2013 hay 17 pueblos nuevos, en España, de los que 14 pertenecen además a Andalucía, como El Palmar de Troya en Sevilla, que se separó de Utrera en 2018.
El desarrollo de fusiones entre municipios hay que contextualizarlo en el marco legal que establecen la Constitución Española de 1978 y, en el caso andaluz, el Estatuto de Autonomía. La distribución competencial realizada al amparo del texto constitucional (arts. 137, 140, 148.1.2 y 149.1.18) y del Estatuto de Autonomía (arts. 59 y 60) otorga la competencia en materia de organización territorial y, concretamente, en lo que afecta a la creación, modificación y fusión de municipios a la Comunidad Autónoma, según afirma el art. 91.2 del EEA al señalar lo siguiente: «La alteración de términos municipales y la fusión de municipios limítrofes de la misma provincia se realizarán de acuerdo con la legislación que dicte la Comunidad Autónoma en el marco de la legislación básica del Estado». El único límite a esa posibilidad de creación, supresión y altercación de términos municipales radica en que no debe modificarse en ningún caso los límites provinciales.
Las competencias, por tanto, las tiene asumidas la Comunidad Autónoma de Andalucía en el marco de las bases establecidas por el Estado. En su propio marco normativo, Andalucía establece un procedimiento y unos requisitos para la fusión. No obstante, y a partir de la Ley de racionalización y sostenibilidad de la Administración Local, a través de la nueva figura jurídica del Convenio de fusión, los municipios interesados pueden promover su unión por iniciativa propia y sin perjuicio de las normas autonómicas reguladoras.
Sería interesante que esta iniciativa de dos pueblos de la vecina Extremadura animara otras iniciativas similares en Andalucía, donde más de tres cuartos de sus municipios tienen una población inferior a cinco mil habitantes e, igualmente, más de tres cuartos de los municipios tienen una densidad de población inferior a la media nacional. Las empresas se fusionan para lograr mayor tamaño y músculo financiero, para hacerse más competitivas, para reducir gastos y mejorar la eficiencia y para ganar sinergias. Con las fusiones municipales sucedería lo mismo. En el caso de la proyectada fusión de Don Benito y Villanueva de la Serena, la Universidad Extremadura ha concluido en un informe previo que esa integración convertiría la nueva ciudad en el segundo polo económico de la provincia de Badajoz, aumentando la renta de los hogares en torno al 2,75% y la población con estudios superiores en un 5%.
Más allá de todo ello, este proyecto representa un insólito caso de ejemplaridad pública y de buen entendimiento sobre cuál es la verdadera función de la gestión política, que es servir a los ciudadanos. Ojalá se extienda porque desde luego arroja una luz de esperanza sobre el modo en que debe concebirse y desarrollarse la moderna administración pública.
Francisco José Fernández Romero es socio-director de Cremades & Calvo Sotelo
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