Francisco

A ver si alguna vez firmamos entre todos el último parte de guerra

Queipo de Llano, junto al general Franco ABC
Antonio García Barbeito

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Macareno y republicano, el amigo me llamó un poco harto de algunos bandazos de la izquierda que ha enfocado con luz alargada y vertical a Queipo de Llano y no ve nada más que Queipo, aquel que llegó traicionando todo lo que había que traicionar, con tal de situarse. El amigo me llamó para, de camino, aclararme quién estaba —o al menos así lo cree él— detrás de un nombre, Francisco, que figura en un romance —¿«Corral del sacrificio»?— de Joaquín Caro Romero. El amigo me dijo que cuando el poeta dice «…en las noches aquellas / cuando la sangre iba al río, / a la Virgen salvadora / de Gonzalo y de Francisco, / desde la vieja muralla / la despertaban los tiros», ese Francisco es —repito, según el amigo macareno— Francisco Bohórquez Vecina, general y auditor de Queipo, con lo que eso suponía a la hora de ir señalando a unos y otros, y no para premiarlos. Y dice el amigo macareno que el tal «Francisco», que no hizo de santo en su cargo, también está enterrado en la Macarena, y que le extraña mucho que de ese no diga ni pío la izquierda que aquí está ciega con los huesos de Queipo en la basílica, tanto como en el Valle de los Caídos lo está con los de Franco.

Cualquiera, al leer el romance, puede pensar —yo lo pensé en su día— que «Gonzalo y Francisco» eran Queipo y Franco, y, según el amigo, no es así, y me lo repite: «Ese Francisco es Francisco Bohórquez Vecina, auditor de guerra de Queipo que se despachó bien en su cargo…» ¿Lo sabe la izquierda que pide que saquen de la basílica los restos de Queipo? Si esa izquierda considera al atrabiliario Queipo una bestia sin piedad, ¿cómo salva a «Francisco», si no debió de estar muy lejos de la sangrienta mano de Gonzalo? ¿O acaso la izquierda que pide mover el osario del de Tordesillas desconoce la historia de lo que pasó en el macareno barrio y no sabe nada del ubriqueño Bohórquez? A veces nos cegamos tanto con un punto marrón oscuro, que se nos escapan los puntos negros de alrededor. Y podemos estar ante un caso así. Juro que no sugiero absolutamente nada, pero si van a meterse en la tumba de Queipo y van a sacar sus huesos, díganme si es posible, o no, que mañana —o a raíz de estas líneas— alguien se entere de quién fue «Francisco» y pida que se levante otra losa y se saquen de allí otros huesos. Así que creo que a los empeñados en sacar de la Macarena los restos de Queipo, les vendría bien informarse y aclarar cuanto hay bajo tierra, antes de convertir el suelo de la basílica en un descampado más donde escarbar buscando restos de muertos de la guerra civil. A ver si alguna vez firmamos entre todos el último parte de guerra.

antoniogbarbeito@gmail.com

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