Vidas ejemplares
La finalísima
Los compromisarios deberán sopesar quién arreglaríamejor su partido
Dos castellanos ( palentino y vallisoletana ). Relativamente jóvenes para la política (37 él y 47 ella). Padres de familia y de clase media (un poco más alta la de él). Ambos licenciados en Derecho (ella con mejores notas) e ignorantes de lo que es tener una nómina en una empresa. Los dos muy inteligentes, estajanovistas, con sonrisas de acero inoxidable y temple para soportar embestidas (de fuego amigo y enemigo).
De ella, sus adversarios señalan que representa el continuismo con Rajoy , que perjudicó al PP con sus urdimbres mediáticas , que no tuvo su mejor hora en Cataluña y que le falta un poco de aliento ideológico .
De él, sus antagonistas indican que evoca el aznarismo , o lo que quede de él, y que en realidad es una incógnita , pues nada ha hecho fuera del cobijo orgánico del partido, siempre en puestos cómodos .
De ella, sus seguidores pregonan que está mejor preparada , que posee más experiencia y habilidad política , que ser mujer le proporcionará un plus electoral , que goza de buena valoración demoscópica y que su asepsia ideológica la acerca a la corriente ancha de la sociedad española.
De él, sus partidarios destacan que encarna los valores morales que se le suponían al PP , diluidos en la era Rajoy; que tiene corazón liberal, que será más firme y militante en la defensa de la unidad de España y también más diligente para renovar las cañerías turbias del partido.
Soraya y Pablo se disputan hoy la jefatura del conservadurismo español. Ayer, el aspirante renovador comió de traje y corbata, en un restaurante y con ex ministros como Soria, Margallo, Cospedal y Zoido ; mientras, la candidata continuista optaba por unas pizzas descamisadas con su equipo de brega ( Báñez y Arenas incluidos ). Nada es lo que parece en esta finalísima . O tal vez sí, que diría Rajoy , quien hoy se hará carne mortal desde su exilio en Santa Pola-Sanxenxo . Nadie, ni los propios candidatos, sabe quién sumará más papeletas cuando los 3.082 compromisarios comiencen a votar en secreto a las once de la mañana del sábado. Pero ambos se jactan ya de haber cazado al oso . El sorayismo calculaba anoche un triunfo con el 63% de los votos. El casadismo, todavía más optimista, vaticinaba una victoria con el 71%. El termómetro de los superiniciados susurra un mejor ánimo entre los casadianos y cree percibir un levísimo deje de preocupación en el sorayismo. Quién sabe... En la primera vuelta se escuchó idéntico rumor en la víspera y ganó ella, tras una habilidosa jugada de búsqueda y captura de votos por Andalucía , movida por el perenne Arenas.
Bienvenida la democracia interna al PP, que pedía a gritos modernidad. Más que centrarse en cábalas aritméticas y juegos de poder, los compromisarios pueden hacerse unas preguntas: ¿Cuál de los dos proporcionará al PP un discurso ideológico distintivo frente a la izquierda , que le permita recuperar la comunión con la grandes clases medias de centro-derecha? ¿Quién limpiará el partido con más decisión y rigor? ¿Quién será más sólido en la defensa de la unidad de España? ¿En qué manos estará más segura la economía? ¿ Quién es más eficaz para atajar la fuga de votos a Ciudadanos? La respuesta: el sábado a la hora de comer.