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Pásalo

El realismo mágico de Pelayo Quintero

Suya fue la genial visión de una Cádiz de fundación púnica

Felix Machuca

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En algún momento de su esplendoroso pasado púnico, en la barriga de un barco cananeo, donde los gatos egipcios velaban por la integridad de las mercancías limpiando el espacio de ratas y ratones, venía un equipo completo de material quirúrgico y un escarabeo con el ... dios de la medicina Imhotep. Todo procedía de la gran potencia mediterránea de aquel momento: la civilización nilótica de los faraones. Cuya excelencia en medicina trascendía al igual que su influjo religioso, económico y científico. El barco cananeo, tras adentrarse por el canal de Ponce, buscó un lugar donde poder atracar en Gadir, dividida en tres islas, que según me cuenta el arqueólogo Manuel Parodi, es de las primeras de occidente en hacer vida urbana. Gadir, la ciudad trimilenaria, fundada ochenta años después de la guerra de Troya, en la estirpe homérica de las fundaciones mitológicas, está hoy bajo los cimientos de la Cádiz de Kichi y de la Gades de los Balbos. Y uno de los primeros arqueólogos en intuir su pasado púnico fue Pelayo Quintero. Las excavaciones de la casa del Obispo, el yacimiento de Gadir, las revelaciones de la calle Ancha, nos llevan de la mano al tiempo donde ese barco cananeo entraba con su equipo médico y el escarabeo de Imhotep para ponerlo en manos, quizás, de un médico gaditano. Y Pelayo Quintero fue uno de los primeros, quizás el primero si obviamos las referencias geográficas de los clásicos, en proclamarlo.

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