PÁSALO
Luis Rull
Universitario hasta los mismos huesos hoy ya conoce el secreto de los números primos

DEBÍ llamarlo cuando regresé de Portugal para indicarle cómo estaban de nevados los almendros de Tavira, informarle del nuevo lugar que descubrí para comprar mermeladas caseras y que su buen tino espantara mi indecisión a la hora de escoger algunos tintos de robusto paladar de ... los viñedos alentejanos. Debí llamarlo para compartir la felicidad, como hacían los Durrell en la isla amable de Corfú con las cosas más cotidianas, esas que no te hacen comprender el mundo, pero sí vivirlo. Uno piensa que lo urgente es lo importante y va postergando lo inaplazable para otro momento, para otro día, en la falsa certeza de que la nave va. Así que, Luis, me quedé sin contarte todo esto y con la pena espinándome la garganta, con la culpa oxidando nuestra amistad, uniéndose al dolor de tu marcha la imperdonable deslealtad de no haber cogido el teléfono para compartir la grandiosa pequeñez de lo doméstico. Te hubiera gustado. Y yo habría aprendido, como siempre hice, cada vez que hablábamos. La brutal eclosión de la naturaleza se afanaba más allá del Guadiana en pintarse con los coloretes de los soles jóvenes y fuertes, dándonos esa falsa pero amistosa sensación de que el tiempo nos sigue siendo fiel. La naturaleza es brutal. Y tu lo sabes mejor que nadie, estimado amigo. En un abrir y cerrar de ojos hace brotar rosas, clivias y dolorosas e imprevisibles despedidas...
Prometo serte fiel y beber el duro tinto alentejano a la salud de lo que proclamaste entre nosotros. Prometo mirar el sol de poniente y buscar en su majestuoso declive atlántico el enigma fantástico de la armonía de los números primos que tanto perseguiste. Prometo seguir peleando por una universidad mejor, sacando del anonimato de las cátedras y los departamentos, las privilegiadas cabezas que deberían estar a disposición de la sociedad. Prometo ver en las pizarras que abrumaste con la tiza de tus investigaciones lo que otros desdeñaron por el mezquino consejo de la junta de enanos mentales. Hace dieciocho años, en el Coliseo, te hice una entrevista para este periódico, donde derrochabas entusiasmo y expectativas por un informe enviado a Javier Arenas radiografiando el I+D en Andalucía. El informe, previamente, lo había encargado la consejería de Educación a Pérez Yruela. Pero se quedó en el cajón ese tan grande que tiene la Administración para olvidar lo que encarga y hacer como que anda muy preocupada por el progreso. Chaves, rodeado de mariachis y empresarios de ocasión, viajaría a Finlandia. Se hicieron unas fotos monísimas. Pero el I+D no vino con ellos.
Seguimos igual de desnutridos, pese a excepcionalidades muy relevantes, en materia de investigación. La meritocracia y la excelencia dan grima. Tampoco el gobierno de Juanma Moreno quiso los réditos de tu ciencia. Te llamaron un viernes para sumarte al cambio. Y el lunes por la mañana desconvocaron la cita que tenías con Rogelio Velasco. Catedrático de Física, emérito, brillante, jovial, universitario hasta las mismas trancas, hoy ya sabes cuál es el secreto de los números primos y nosotros esa matemática exacta que te revela la punzada inmisericorde y recurrente de la ausencia.
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