PÁSALO
Ciudad del deporte
Si la ciudad quiere serlo del ocio y del deporte lo que tiene que hacer es adaptarse

En varias ocasiones, al amparo de la final de la UEFA y los correspondientes medallones de ternera, el alcalde de Antonio Muñoz ha hecho suya una idea alejandrina de hace, al menos, treinta años. La de Sevilla como ciudad del deporte. Esa idea no es ... nueva. Y fue la idea fuerza del andalucismo local para darle definición y dejar de ser una ciudad que no mandaba en su agenda, sino que la agenda, escrita por otros, le marcaba su tono vital y político. A mí me pareció siempre una grandísima idea que Sevilla, pese a sus escasas posibilidades, aspirara a ser sede de una Olimpiada, creyera en un reto como ese y se quitara de encima el complejo de ciudad inerme, vulnerable, ombliguista, pancista y organizadora inalcanzable de congresos sobre el rebujito y los palios traslúcidos. La ciudad tenía potencialidades efectivas que sus élites políticas y económicas no acababan de creerse. O no les convenía creerse. Pero fue aquella, desde tiempos históricos, la primera vez que la ciudad se autoimpuso una dirección que la definiera y le diera la suficiente energía para moverse en el sentido que, ahora, Antonio Muñoz hace suyo: el deporte y el ocio.
Es cierto que Madrid nos quitó de la cola de las Olimpiadas de un codazo a cambio de nada, tan solo con la connivencia política de los que mandaban para que la capital, con esos timbales que le echa siempre a la periferia mientras la periferia no hable catalán o vasco, se comiera en dicha carrera olímpica lo que se comió el moro Muza. Ni ellos ni nosotros conseguimos las Olimpiadas. Pero a Sevilla le quitó de la mano el reto de creer en sus posibilidades y de luchar por algo que tampoco habría conseguido, pero que le daba sentido a todo lo que ahora tiene sentido para Antonio Muñoz. No era mala la idea. Aunque saliera del magín de un Rojas-Marcos que, lejos de aquellas apuestas, se dedica ahora a enseñarle a académicos e historiadores el lienzo de la muralla almohade que ha rescatado y restaurado en el patio trasero del edificio donde vive por la fundación que lleva su nombre. Hace bien Muñoz en hacerse con las buenas ideas. Y no es mala para sus aspiraciones municipales ir dándole cochura y forma a una ciudad que, desde hace treinta años, vive sin saber qué es y qué quiere ser…
Así que si la ciudad se prepara para su etapa de ocio y deporte lo primero que tiene que hacer es adaptarse a esa nueva etapa. Y eso tiene que tener presupuesto. Y políticos que protejan, por ejemplo, la Palmera de la piqueta y de esas residencias de estudiantes emboscadas que, al tiempo, serán hoteles y destrozan uno de los legados urbanísticos más hermosos del 29. La ciudad si va a serlo del ocio y del deporte necesita comunicaciones, más allá de la foto oportuna con esa plataforma que se autodefine como Sevillaquieremetro y a la que tanto estimamos. Si Sevilla será la ciudad del ocio y del deporte tendrá que conectar civilizadamente su centro con el aeropuerto y proteger el patrimonio que nos define, tomando medidas severas con los vándalos locales que la arrasan. Si Sevilla quiere ser la ciudad del ocio y del deporte nunca debería renunciar a organizar eventos como el de la UEFA, ni mendigar unos puentes sobre el Guadalquivir ni la conclusión de la SE-40. Y lo sabes, Antonio Muñoz, porque tu cuna política fue el turismo…
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