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PÁSALO

El áureo cordobés

El áureo cordobés es mucho más que una hermosa moneda de oro

Felix Machuca

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La dorada suavidad de su tacto nunca calentó las manos de un pobre granjero ni las de un zapatero de humildes sandalias. Pese a que no fue una moneda reservada, tampoco se le escapaba al romano del siglo primero, durante el principado de Octaviano, nombrado ... Augusto por el Senado tras sus campañas en Oriente y en Egipto, que ese oro procedente de las rapiñas en Partia y las tierras del Nilo, no era frecuente en las barras de las tabernas de Itálica ni en los lupanares de Pompeya. Salvo que algún aristócrata tuviera gustos insaciables y pagara de su bolsa las trece juergas que un alto cargo de la Junta pagó con el dinero de todos en Don Ángelo con una tarjeta black. Ande yo caliente y que pague la Faffe… Los áureos era tan valiosos que cuando Roma pasa del ladrillo al mármol, acomete las grandes obras públicas por todo el imperio y a las legiones hay que tenerlas con la moral alta y el pago puntual, intensifica su circulación. Quizás por su abundancia y por el valor intrínseco del llamado metal de los dioses, sin descartar el prestigio y la confianza monetaria que despertaba en las transacciones imperiales. El áureo cordobés que ha comprado el Estado es mucho más que una moneda de oro. Es la fiel expresión del poder y la gloria de una Roma que se disponía, con el gran Octaviano al frente, a escribir sus grandes páginas imperiales.

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