A fajarse

Ningún aspirante a la sucesión de Rajoy viene a cambiar el partido

Felix Machuca

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El viejo ex boxeador de «Million dolar baby» encargado del gimnasio, taquillas, toallas, linimento, punching ball y un libro voluminoso en experiencia donde se registran frases que piden a gritos mármol y letras doradas en el frontispicio de la vida, es un Morgan Freeman inconmensurable, descomunal que, en algún momento de la película dice: para ganar en el boxeo hay que moverse hacia atrás. Pero si retrocedes demasiado, al final ya no estás luchando... Feijóo ha debido de acordarse de esta secuencia de la película, si es que alguna vez la llegó a ver, porque durante semanas ha estado con la guardia alta de su silencio retrocediendo demasiado como para asumir que era la gran esperanza blanca de una amplia corriente popular y, consecuentemente, de tanto recular dejó de serlo. Dejó de luchar. Los que lo conocen bien en estas latitudes sureñas explican su retirada en base a que no se sentía identificado con el espíritu sucesorio del congreso. Que es extraordinario pero no tan urgente. Tampoco esconden que es un hombre que ha podido ponerle una fecha final a su ejercicio político. Otros me cuentan que las fotos con Marcial Dorado de aquel verano a bordo le ponían los pelos de punta y no estaba dispuesto a soportar que un CNI en manos del adversario pudiera tener algunas más dedicadas a un periplo por aguas tan procelosas. Sin Feijóo, el camino a Santiago que muchos populares estaban dispuestos a realizar para hacer un partido diferente se truncó. Ese camino ya tiene cercas y alambres de espinos.

El hilo de este encadenado de reveses que ha desnortado a la gaviota (ahora mismo el partido es un pollo sin cabeza, me dicen) arrancó con el K.O. de la Gurtel, siguió con una moción de censura al presidente del Gobierno, continuó con su pase a la oposición, se prolongó con la jubilación política y su incorporación a su plaza de registrador y quiso asirse a una soga salvadora con un congreso en el que Alberto Núñez Feijóo fuera proclamado el nuevo hombre fuerte del partido. Ya ven que, excepto la marcha de Rajoy, tan ejemplar como tardía para muchos, todo ha salido al revés, como si los acontecimientos los estuviera programando el enemigo. Al liderazgo de lo nuevo o lo viejo con maquillaje que salga del congreso extraordinario se han presentado presumibles líderes que no son capaces de bloquear la centralita de las adhesiones inquebrantables. A Bayo lo conocen muy bien por Valencia. Margallo es un enciclopédico tan lustroso como fuera de onda generacional; Pablo Casado mira hacia atrás y ve el bigote de Aznar que fue el padrino al que se arrimó; José Ramón García Hernández, es tan buen diplomático como mejorable catalizador de pasiones políticas. Cospedal es aparato puro. Y Soraya es, para algunos, lo que Golda Meir para aquel presidente de Israel, Ben Gurion: el único hombre de mi gabinete. Aquí se dice de otra forma: los cojones de la chiquitita.

Anécdotas al margen, lo sustancial de ese congreso es saber si todo va a seguir siendo como siempre o las diferentes corrientes de opinión que hay en el partido por cambiarlo, actualizarlo, reformarlo o refundarlo van a emerger. Que el sucesor salga de uno de esos nombres o de una pelea de hembras alfa en la piscina de barro de un debate que se presume el más abierto desde el del año 90, dejaría al partido en las mismas. O sea, en manos de la falta de discurso, reflexión y apertura de ideas, para que el ganador o la ganadora lo fuera por mayoría a la búlgara. Ya no se trata solo de buscar un sucesor. Sino de encontrarlo para que lo sea de algo nuevo, diferente, con energías sobradas para recuperar el centro derecha, bien por conquista, bien con alianzas, dejando en su electorado el regusto y la tranquilidad de verse representados por políticos que no lo traicionan y defienden los intereses de la clase media. Eso es lo que se espera del sucesor de Rajoy. Y eso lo hacen los ganadores. Termino con otra frase de Morgan Freeman en «Million dolar baby»: los ganadores son simplemente aquellos que están dispuestos a hacer cosas que no harán los perdedores…

J. Félix Machuca

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