Javier Rubio - CARDO MÁXIMO
Espadas, el posibilista
El alcalde es un tipo más cerca de McGyver que de James Bond, capaz de aviarse con lo que la riada deje en la orilla
LA mayor cualidad del alcalde hispalense no da siquiera para un artículo, menos para una lauda. Espadas es un posibilista, lo que no es exactamente ni un maniobrero, ni un oportunista, ni un pragmático, sino alguien que se labra su propio camino político con lo que va teniendo a mano, sea lo que sea. Una especie de Robinson Crusoe en mitad del Ayuntamiento —Antonio Muñoz deber de ser Viernes— con el menor número de concejales de la historia aferrado al timón de la nave como puede para no encallar entre Escila y Caribdis. El alcalde de Sevilla es consciente de que el metro es una espina clavada en el corazón de una ciudadanía que se llevó cuarenta años esperando la primera línea y que, una vez probado el éxito del tramito en servicio que en 2016 batió su propia marca de viajeros, no quiere pasarse otros cuarenta aguardando el santo advenimiento de la siguiente línea. Y es consciente también de que tiene que presentarse con algo en las manos con lo que ilusionar al votante: al suyo y al prestado.
Espadas, como buen posibilista, se ha agarrado a lo que puede resultar más factible: un tramo no muy extenso entre Pino Montano y el Prado que, eso sí, tendría mucha demanda al pasar cerca del Hospital Virgen Macarena. Para ello, el primer paso ha sido involucrar al Ministerio de Fomento en la reunión que mantuvo con el ministro Íñigo de la Serna el martes. Una vez conseguida la implicación de una Administración de distinto signo político, se supone que los socialistas de su cuerda en la Junta de Andalucía no se atreverán a ponerle pegas aunque tampoco van a correr en su auxilio. La jugada no es que sea maestra, pero menos da una piedra. Sobre todo, en manos de un posibilista, un tipo más cerca de McGyver que de James Bond, capaz de aviarse con lo que la riada deje en la orilla.
El PP, hasta ahora, había mantenido una postura maximalista que, en el fondo, sólo buscaba la bronca política: todas las líneas en construcción a la vez y desde ya mismo. Como eso es imposible no ya de defender más allá de Santiponce, sino de ejecutar por el dineral que supone y los embudos de gestión que provocaría, Espadas le ha dado la vuelta al argumento al concentrar sus esfuerzos negociadores en esos pocos kilómetros declarados prioritarios en 2009. Todavía no se ha puesto la primera traviesa, por supuesto, pero a poco que avance el acuerdo entre todas las partes, Espadas habrá conseguido arrebatarle a los populares el principal banderín de enganche con el que concurrieron a las últimas elecciones municipales: el agravio evidente de la Junta de Andalucía a la ciudad.
Naturalmente, a los electores les trae sin cuidado por dónde empiece la prolongación: gato blanco o negro, lo importante es que cace ratones. Espadas, el posibilista, acaba de descubrir el arte de hacer política con lo que tiene a mano.