Álvaro Ybarra
La encerrona
Medio mundo ha podido ver la vergonzosa imagen de la cabecera de la manifestación rodeada de pancartas insultantes y esteladas y compararla con las de Londres y París
![El Rey, flanqueado por dos mujeres, junto a Mariano Rajoy y Carles Puigdemont, encabezaron la manifestación del sábado en Barcelona](https://s3.abcstatics.com/media/opinion/2017/08/28/s/manifestacion-atentados-barcelona-koLD--1240x698@abc.jpg)
Utilizar una manifestación contra el terrorismo y en favor de las víctimas para imponer sus proclamas nacionalistas es un acto no por esperado menos deplorable. Quienes han intentado boicotear la marcha de protesta con sus insultos al Rey y al Gobierno de España han demostrado que en su escala de valores las personas están muy por debajo de sus pretensiones independentistas. El «procés», primero. Luego, los muertos. El pacifismo que invocaban con los carteles que les había repartido la organización secesionista Asamblea Nacional de Cataluña (ANC) es tan falso que uno de sus portadores, David Minoves, ha sido identificado como el hombre que organizó un homenaje al terrorista Arnaldo Otegui en Barcelona.
En realidad, la manifestación de protesta, que congregó a medio millón de personas, fue una marcha contra la violencia pero a partir de doscientos metros de distancia de la cabecera en la que estaban las autoridades. Los organizadores de la marcha, ANC y Omnium Cultural, habían situado estratégicamente a los violentos justo detrás del Rey y en los principales puntos del recorrido de la marcha. Para que quedase claro que en su territorio manda su matonismo y que su prioridad es el odio a España y no a los terroristas. Si acaso, a los islamófobos.
La encerrona que le habían preparado al Rey y a Rajoy como principales representantes del Estado ha devenido al final en una encerrona a sí mismos y a su secesionismo totalitario. Medio mundo ha podido ver la vergonzosa imagen de la cabecera de la manifestación rodeada de pancartas insultantes y esteladas y compararla con la de las marchas multitudinarias y silenciosas de Londres y París. En Barcelona, los boicoteadores sólo rechazaban expresamente la islamofobia, que afortunadamente no ha provocado en España un solo muerto. En Londres y París se condenaba el terrorismo y se reivindicaba la paz y la memoria de las víctimas. Lo más penoso es comprobar cómo la voluntad de los miles de catalanes que acudieron de buena fe a la manifestación ha sido nuevamente pisoteada por los radicales que se han adueñado de Cataluña ante la complacencia suicida de parte de la izquierda y del nacionalismo moderado.