ECONOMISTA EN EL TEJADO
¿Por qué se van las empresas?
Si sabemos por qué vienen, más importante es conocer por qué se van
La plebe se pregunta si estamos ante las evoluciones erráticas de un pollo sin cabeza (truculenta metáfora) o ante la meditada estrategia de llenarnos la pantalla del radar de señuelos para encubrir el verdadero objetivo del precario gobierno de Sánchez de los 100 días: aguantar dos años y que le sigamos aguantando en coalición cuatro más. De las contradicciones, elusiones, incoherencias y rectificaciones ya está dicho todo, así que lo que resta es formar una opinión que conduzca al voto, que será cuando ellos quieran. Lo que venga tampoco será estable, pero al menos tendrá el soporte actualizado de los votos que es lo menos que se pide. Ya ven, en España es la inestabilidad el problema, mientras en Andalucía lo es la estabilidad, y es que el progreso de las sociedades necesita de una adecuada combinación de ambos rasgos al igual que los humanos requerimos un «mix» personalizado y secuencial de riesgo y seguridad para escapar del tedio, pero sin caer en el desconcierto. Por volver a lo básico me enfrento a la eterna cuestión de los «porqués» quizá porque también en economía es eterna la búsqueda de las causas o porque mis nietas tienen la expresión en la boca ante cualquier incomprensión, más si contiene una orden de hacer o no hacer algo: ¿por qué? Dos tipos informados y listos, Acemoglu y Robinson, reflexionaron sobre «¿por qué fracasan los países?» con gran éxito académico y fracaso práctico a la vista de la cantidad de hundimientos nacionales que se siguen produciendo, y por doquier se encuentran análisis sobre las presuntas causas del fracaso de las empresas. Lo mío aquí es más sencillo y se reduce a inquirir las causas de su huida, rotulada como «deslocalización», ¿por qué se van?
Vestas se va de León con sus aerogeneradores en contradicción con lo que se espera de las energías renovables apadrinadas por este gobierno que Sánchez define como ecologista. Esa la crisis y sus habituales soluciones me trae a las mientes las muchas empresas que huyeron de Andalucía y otras que amenazan hacerlo. ¿Causas?: los que nunca han estudiado el asunto tienen respuesta fácil, y ya fuere ZF, Santana o Delphi contestan que la globalización, el mercado o el capitalismo pero cuando se inquiere por lo que hay detrás de estas generalidades (esa causa de la causa que es la causa de lo causado) la perplejidad les invade. Hace años propuse analizar los casos de deslocalización que se presentaban: si sabemos por qué vienen, más importante es conocer por qué se van. Al menos se reconocerían los factores inevitables y aquellos otros que se podrían compensar. La propuesta cayó en saco roto no fuera que se identificaran actitudes e intenciones susceptibles de responsabilidad. Esta lógica, que no genera ninguna enseñanza, lleva a la desertización industrial y produce una peculiar estructura económica. Se quedan quienes no se pueden ir. Por ejemplo, el sector público.