A ver dónde acaban
«A Arrimadas no le van a perdonar que una andaluza les ganara en buena lid las últimas elecciones»
Me van a disculpar la petulancia. Pero los datos son los datos. Y algunos historiadores del nazismo ( los británicos Paul Johnson, Robert Mitchell y el filósofo alemán Karl Jaspers, entre otros pensadores) jamás ocultaron su certeza de que los textos de Lutero sirvieron a los demonios del III Reich para justificar el holocausto. El odio visceral del reformista agustino contra los judíos es rastreable en sus reflexiones más animalistas. Suyas son estas palabras: «debemos primeramente prender fuego a sus sinagogas y escuelas, sepultar y cubrir con basura todo aquello a lo que no prendamos fuego para que ningún hombre vuelva a ver de ellos piedra o ceniza». Con la tinta de su hiel y el fuego de su racismo, el alemán lo escribió para vergüenza de aquella Alemania cismática que, con los siglos y el abono de la historia, nutriría en parte la pócima venenosa que la enloqueció para adorar a la cruz gamada y hacer realidad en los campos de exterminio el sueño del brutal protestante. Por si lo quieren curiosear, el texto luterano se titula «Sobre los judíos y sus mentiras» y fue escrito en 1543.
En un programa de la TV3 , esa televisión que solo puede entenderse que siga emitiendo en una nación tan descoyuntada como la nuestra, se empecinan dando muestras de su profunda lealtad al racismo y a la xenofobia. Nazis son desde que sus laboratorios de la historia y sus intérpretes más conspicuos, se declararon superiores intelectualmente que el resto de los españoles y con la dosis exacta de genes diferenciales para avalarse a sí mismo como una raza superior. En un programa de risa, entiéndase lo de risa como cada cual quiera, el tal Soler que lo dirige parodió un encuentro entre Inés Arrimada y el esvástico Joaquín Torra, con el rey Felipe VI, al que tanto quieren… En uno de sus infelices diálogos se le espeta a la señora Arrimadas que resulta extraño que a ciertas horas esté trabajando siendo andaluza. Ya ven qué derroche de talento y cuánto humor inteligente rebosa la ocurrencia. Pero no nos pongamos estupendos. Se trata de un programa de humor. Lo tenga o no. Y en los carnavales de Cádiz nos dio por guillotinar a Puigdemont.
El problema no es ese. El problema es que una televisión pagada por todos se ocupe en hacer más grande la brecha que manipulan unos iluminatis, dividiendo aquel mundo entre catalanes buenos y malos. Estoy convencido que a Soler nunca le ha causado extrañeza que la señora del honorable que devino en miserable estuviera a ciertas horas en un banco de Andorra interesándose por las «biblias»; ni tampoco se entretuvo jamás en parodiar lo que pasó a determinadas horas muy negras con la Banca Catalana y el Palau ; y, por supuesto, aún no se ha planteado cuántas horas de desconfianza institucional ha deparado la fuga masiva de empresas internacionales y catalanas del principado. Por cierto un par de ellas se han instalado en Andalucía, de donde salieron cuarenta años atrás los emigrantes que levantaron la Cataluña de las élites extractivas de hoy, con salarios de miserias y en fraternal concordato con el franquismo. Por eso conviene no dejar pasar ni uno de estos chistes. Cada puntapié que recibamos debemos devolverlo multiplicado. Nunca por el rencor o por la ira que pueda despertarnos sus infantiles provocaciones. Si no por algo mucho más sustancial y grave: se incuba un futuro de seísmos raciales e ideológicos. Una borrachera nazi en la cervecería Bürgerbräukeller de Munich en los años veinte. La locura de Lutero fue el compost sobre el que germinó, siglos después, a base de nacionalismo excluyente y el gaseoducto antisemita, una de las etapas más negras de la historia europea. Seamos conscientes de lo que decimos y hacemos porque hay quien se lo cree a pie juntillas y entiende que su enemigo es el vecino que cuelga otra bandera, o su novia que no piensa como él, o el compañero de departamento universitario con el que ha dejado de hablar porque la política más supremacista los ha convertido en antípodas irreconciliables. Cataluña camina, como la Alemania reformista que se inventó Lutero para hacer caja nacionalista y justificar más barbaridades que las que hizo Roma y su papado, hacia una jungla de salvajes estereotipados por la falsedad de los insurrectos. Torra es un nazi a cualquier hora del día. Y Arrimadas una andaluza que le ganó en buena lid las elecciones, las últimas elecciones que no le perdonan. A ver dónde acaban estos cismáticos de la dieta del 1 de octubre…