PERFIL DE AIRE
Desamortiza que algo queda
Meterle a la Iglesiea el dedo en el ojo y la mano en el cepillo, esa es la misión del izquierdista cuando de pone estupendo
Vaya por delante una advertencia: este artículo puede convertirse en algo perfectamente inútil y fuera de cacho si Pedro el Rectificador vuelve a sus diarias andadas. El presidente es un experto a la hora de demostrar su sabiduría: de sabios es rectificar. Si dentro de unas horas vuelve a ser el líder con freno y marcha atrás, entonces todo habrá sido para nada, que diría José Hierro desde su Cuaderno de Nueva York. Así que de momento iremos paso a paso y denunciaremos con toda prudencia el nuevo invento de este Gobierno bonito para decidir el pasado. Porque de eso se trata, de gobernar en el tiempo ido. Sánchez ha resucitado al siglo XX con la momia de Franco, y ahora pretende hacer lo propio con el XIX gracias a la nueva desamortización al más puro estilo Mendizábal. Para que luego digan que son progresistas de verdad, que solo piensan en el futuro.
De momento hay que decir que las grandes fortunas de los terratenientes que tanto molestan al mester de progresía nacieron, en muchos casos, por obra y gracia de aquellas desamortizaciones decimonónicas. Pero esto es incómodo si se dice claramente, a la luz del viejo candil de la historia. Aunque eso nunca se sabe: lo mismo viene el tío de la comisión de la verdad y convierte aquella historia de las desamortizaciones en un reparto de los bienes que les cayó a los desheredados como una lluvia de dinero que se desplomó del cielo.
El caso es coger el martillo para que las piezas encajen. Que todo sea acorde con la mitología progre. Que sea verdad o no, es lo de menos. La Iglesia es mala por definición, y todo lo que está a su nombre se encuentra bajo sospecha. El surrealismo aparece entonces. Porque es surrealista pensar que una seo o una catedral no sean de la Iglesia. Pues ahí anda el Estado, poniendo en duda las únicas verdades que dábamos por ciertas.
Meterle el dedo en el ojo y la mano en el cepillo. Esa es la misión del izquierdista cuando de pone estupendo. Puro figuroneo. Como si eso sirviera para arreglar cualquier problema. Todo lo contrario. Es la Iglesia la institución que resuelve esos escollos personales que hunden a una familia cuando se cierran los grifos del empleo. Ante esas circunstancias más que adversas, la Iglesia se arremanga y le da de comer al hambriento. Porque nadie con necesidad de verdad acude al partido del Rectificador para rectificar su economía doméstica. Van a Cáritas. O iban. Porque es muy probable que este Gobierno desamortice ese organismo vivo para conjurar la injusticia que supone el hecho de que la caridad triunfe sobre la solidaridad. Y hasta ahí podríamos llegar…
Como diría Unamuno, que desamorticen ellos. Que nos vamos a enterar de lo que vale un peine que desamortice esta maraña jurídica que se han inventado. Ya puestos, que desamorticen los hospitales, los colegios, las casas de acogida y los centros para enganchados. Así se enterará la mano izquierda de lo que hace, en silencio, la derecha.