QUEMAR LOS DÍAS
Infiernos conocidos
Soy de Sevilla, así que denme calor: me apaño con esa tortura
La cara es el espejo del alma

Cada vez que, en estos días, veía en los partes meteorológicos el mapa de España con toda la zona del sur coloreada de rojo granate, no podía dejar de asociar la imagen al infierno. No sé en cuál de los nueve círculos con los que ... Dante cartografió el inframundo en 'La divina comedia' estaría situada Andalucía, porque aquí, como en cualquier otro sitio, estamos surtidos de pecados: gula, avaricia, ira, violencia, o también, y mucho, fraude, ese octavo círculo ideado por Dante que en nuestro caso estaría atestado de políticos friéndose a la parrilla. Creo, de cualquier modo, que no existe verdadera justificación para este castigo, salvo que seamos, como cantaba Silvio, víctimas propicias de una antigua maldición.
Si de algo sabemos los sevillanos, es del infierno. Lo hemos mamado desde pequeños, nadie sabe de buscar la sombra como nosotros. Lo sabían los árabes que diseñaron el primigenio Alcázar con sus palacios sombreados, y los judíos que crearon meandros de calles estrechas para confundir al sol en la Judería. El reloj digital de la Avenida del Cid mostrando temperaturas por encima de los cincuenta grados es uno de los memes más recurrentes de nuestra ciudad cuando empieza a apretar el calor; raro es el día en que un informativo de televisión nacional, al hablar de las altas temperaturas, no realice una conexión en directo desde el Puente de Triana con una reportera sofocada.
Pero somos hijos del calor, y nos hemos acostumbrado a querer a nuestro padre. Si eres sureño, tienes el cuerpo hecho al infierno. Dicen que un occidental no aguantaría ni un mes siguiendo la dieta de los esquimales, basada estrictamente en grasas y carne cruda. Los esquimales, por cierto, son capaces de identificar más de treinta tipos de blanco. Si un esquimal viniera a Sevilla, su esperanza de vida sería incluso inferior a un mes. Nosotros podríamos explicarle la diferencia entre el calor seco, el calor húmedo y más de una veintena de tipos de bochorno.
El calor es lo que toca. Y hay que afrontarlo sin subterfugios. Preferentemente, con bebida fría en los bares. Pero en esos sitios existe un martirio superior a la calígine: los periquitos, los sistemas de riego por aspersión que se han hecho tan populares en nuestras terrazas. La experiencia más cercana a ser gaseado en una cámara de gas. El agua cayendo sobre la bebida es una de las sensaciones más desagradables que el verano puede depararte si sales a tomar una cerveza en Sevilla. Al abandonar estas terrazas, es inevitable sentir que acabas de salir de una fiesta de la espuma. Una variante más de los círculos del infierno que describió Dante, en su modalidad más antihigiénica y viscosa.
Soy de Sevilla, así que denme calor; me apaño con esa tortura. Prefiero mil veces los infiernos conocidos.
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