PÁSALO
Cuarenta años
Tus cuentas son las de ellos y a ellos no se les piden cuentas
Hemos instalado en nuestro corazón y en nuestra capacidad de percepción un negro pesimismo que nos lleva a creer que vivimos hacia atrás, en franca regresión, como si la naturaleza nos hubiera negado la capacidad de avanzar en Andalucía. Esa negatividad insana la volcamos contra un partido como el socialista que, de ganar las elecciones próximas del 2 de diciembre, les conducirá a sumar la franquista cuenta de cuarenta años seguidos ocupando el poder. Y transformando Andalucía. Claramente esta comunidad no es la de hace cuarenta años. Y frente a los que piensan que cangrejeamos en vez de avanzar de forma imparable, podemos argumentar que la Andalucía de principios del segundo milenio no tiene nada que ver con la que accedió al poder en 1982. Así que háganme caso: cuarenta años manejando presupuestos, ayudas millonarias de Europa y gobernando en nombre de la igualdad y el socialismo según Andalucía, nos ha llevado a instalarnos en el futuro pluscuamperfecto, del que disfrutamos gracias a miles y miles de paguitas y a unos cuantos millones de andaluces absolutamente convencidos de que mi ironía de líneas arriba, es un flato cavernario imputable a la acidez de estómago que me provoca la mexicanización de nuestra política. No me hagan mucho caso. Yo también estoy atrapado por el pesimismo histórico de esta etapa de nuestra vida política. Y el hecho de que, como comunidad, estemos entre las regiones menos desarrolladas de Europa, es otra inadmisible falsedad de los enemigos del PSOE.
Pero la realidad es tozuda y descubre cualquier tipo de maniobra pendenciera y manipuladora. Les aporto pruebas de lo que, en la última legislatura, ha sacado hacia adelante el gobierno de San Telmo de la señora Díaz. Con una tenacidad y determinación digna de ser cantadas por las gargantas sinfónicas de un buen coro rociero. Que redoblen los tambores y suenen las trompetas porque lo que a continuación anuncio es un oscar a los mejores efectos especiales de esta película de muertos vivientes que es Andalucía. Nuestros patres patriae, los padres y madres de la patria de esta legislatura, han logrado sacar adelante, de forma titánica, las siguientes leyes: la ley del cine, del voluntariado, del fomento del emprendimiento, del derecho a tanteo y retracto, de la discapacidad, de la regulación de los senderos (¿cómo ha podido sobrevivir esta comunidad sin esa ley, por Dios?), la de la memoria histórica y unas cuantas más. Eso justifica una legislatura y un relato político. Se ponga el facherío como se ponga. Esas leyes reflejan la actividad legislativa de una comunidad que no se conforma con ser el farolillo rojo en Educación, con tener los niveles de renta más altos que Marruecos, con exportar la inteligencia preparada en nuestras universidades porque el paro sigue siendo el rey de nuestro mundo laboral. Quien no quiera ver cómo estamos es que es un rabioso resentido que milita en el otro equipo.
El de Susana va bien. Muy bien. Tanto que Andalucía ha dejado de ser una venta de cabales para convertirse en un club de alterne, para que los más calurosos de la fiesta cantaran por Sabina aquello de que las chicas con las que tratan por la noche tienen la lengua larga y la falda muy corta. Sin que las del coño insumiso, con perdón, hayan denunciado bragas arriba esto es un atraco. Se grita contra el otro. No contra el que te mantiene con tan queridísimas maneras. Y así, a base de paguitas, como nos contaba el otro día nuestro admirado Paco Robles, esto va tirando cada vez a peor. ¿Lo ven? ¿Ven como soy un irrecuperable pesimista? Tanto que, finalmente, pienso como Anguita, que le reñía a su electorado y nos vino a anunciar hace tantos años que la culpa no es de ellos, sino nuestra. En las elecciones de 2022 llevarán cuarenta años en el poder. Y tú lo sabes porque tus cuentas son las de ellos y a ellos no hay que pedirles cuentas…