Álvaro Ybarra

Cuando baje el suflé

El comportamiento totalitario de los independentistas catalanes no puede servir de excusa para aplazar nuestros deberes

Gráfico sobre contrataciones por sectores A. MONTES

ÁLVARO YBARRA PACHECO

Se incrementa el ruido en torno al golpe de estado que los independentistas catalanes intentan llevar a cabo a propósito del referéndum ilegal del primero de octubre. Día a día tenemos noticias de episodios que rebasan lo grotesco como ese último del lituano reconvertido a secesionista catalán que culpa de todo el «procés» a la vagancia de los andaluces. Mientras el Ejecutivo afina su respuesta global, «nos van a obligar a lo que no queremos llegar». Rajoy dixit, en otros territorios españoles como Andalucía se aplazan los debates pendientes sobre las realidades más urgentes. El problema catalán, sin duda el más grave de cuantos tiene planteado España, no nos debe servir para ocultar nuestras debilidades y dependencias. No vaya a ser además que el «procés» dé media vuelta tras el choque inevitable del 1-O y salgamos de rebote aún más escaldados de lo que ya estamos.

La pasada semana, durante la escalada de despropósitos entre Puigdemont, Llunqueras y Colau, conocíamos en Sevilla los datos de las contrataciones laborales de 2017 en la capital. Nada menos que 53.703 de las 254.981 contrataciones registradas en la ciudad entre enero y agosto, un 21 por ciento, son para trabajar de camarero. Se nos dirá que la hostelería es un sector de capital importancia en la economía local, lo cual es evidente, pero nadie nos convencerá de que con esa estructura de empleo podemos salir del farolillo de cola de la indigencia económica. Porque además el segundo colectivo que ha encontrado más salidas laborales en la capital en dicho periodo es el de administrativos y auxiliares, fuertemente ligado a los servicios centrales de la Junta, que copa el 18 por ciento de todas las contrataciones registradas. Sólo el 14 por ciento de los empleados en Sevilla en estos primeros ocho meses del año, sea en el sector que sea, tiene estudios universitarios y, eso sí, un grado de precariedad del 94 por ciento. Ahí es nada.

Con estos reveladores datos el comportamiento totalitario de los independentistas catalanes no puede servir de excusa para aplazar nuestros deberes. ¿Cuando se van a poner en marcha las medidas presentadas a bombo y platillo el pasado ejercicio para elevar el peso específico de la industria en el PIB andaluz? ¿Se ha empezado a desenmarañar la tupida red burocrática que asfixia en nuestra ciudad a los proyectos más emprendedores? ¿Y las prometidas inversiones públicas en infraestructuras o en fomento del I+D+i? ¿Y las ayudas para los jóvenes talentos que quieren inventarse su propio futuro desde su tierra?... Preguntas, demasiadas preguntas que permanecen sin respuesta. Cuando baje el insoportable suflé catalán, que está por ver, esperemos tener ya al menos despejadas algunas incógnitas.

@aybarrapacheco

Cuando baje el suflé

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