Un Casado para el verano
Este verano está resultando muy rajoyesco: light, insípido, que lo mismo podría pasar por primavera que por otoño
![Pablo Casado](https://s3.abcstatics.com/media/opinion/2018/07/25/s/pablo-casado-uno-kr6C--620x349@abc.jpg)
Existe un aforismo italiano que refleja perfectamente la mentalidad sociopolítica de los transalpinos: «Piove, porco governo». Como los españoles, los italianos culpan a los políticos de todo aquello que sucede en sus vidas, incluidas las inclemencias meteorológicas. Afortunadamente la climatología no está aún bajo el control de los gobernantes, aunque esto no les impide poner impuestos sobre la energía solar o eólica, por ejemplo. Sin embargo, hay estaciones que parecen diseñadas por algún político concreto. Este verano, por ejemplo, está resultando muy rajoyano, o sorayesco, tanto monta: un verano light, insípido, que igual puede pasar por primavera que por un soleado septiembre. Un verano que no se sabe si es de derechas o de izquierdas, si reformista o tradicional. El sol parece querer contentar a todos; tiene miedo de calentar mucho para no molestar demasiado y que aquellos que aun no disfrutan de las vacaciones se quejen en los bares de que «hace un calor insoportable», pero en cambio enoja a los suyos, a los veraneantes, que quisieran más calor para bañarse en la playa sin dar respingos de frío al entrar en el agua. Es un verano desnaturalizado y contradictorio que parece condenado a no satisfacer nunca las expectativas. Los tecnócratas de la meteorología argumentarán que se están cumpliendo las estadísticas de temperaturas medias y que los indicadores económicos demuestran que es un éxito de turistas y consumo, pero lo cierto es que en la calle se extiende la sensación de estafa, porque un verano que no hace sudar la gota gorda, ni es verano ni es nada.
Lo que de verdad le hace falta al verano son unas primarias y que salga un Pablo Casado que reivindique la genuina naturaleza de la estación. Este año tenemos un estío de diseño que parece corregirse día a día para contentar a todos, pero el verano no es así. El verano es lo que es, con unos principios claros: calor intenso, con picos asfixiantes y leve refresco por las noches, cuando empieza a soplar una brisilla que se celebra como si tocase la lotería. Nada de «temperaturas agradables», como marca la previsión para hoy: eso ni es verano, ni otoño, ni nada. Este verano necesita lo mismo que el PP, recordar su identidad y asumir su condición natural. No es una estación que pretenda gustar a todos, porque no se puede contentar al mismo tiempo a quien está en la playa y al que está trabajando en la ciudad. España necesita un verano coherente, en consonancia con los veranos precedentes, y al que no le guste el calor que busque en el calendario otra estación, qué le vamos a ser. El verano debe tener rasgos propios, porque si se le confunde con la primavera o el otoño, deja de tener razón de ser. Si al verano se le olvida lo que es está condenado a desaparecer. Al verano le queda un mes para corregir su camino, al PP sólo un poco más de tiempo.