Callejuela sin salía
Si surge un problema de tráfico, no hay vía máslenta que una autopista

Recordemos cualquier viejo día de estrenos y aquellos zapatos nuevos que nos convirtieron en cristos los pies, hinchados, heridos, doloridos, y entonces se nos venía a la memoria aquella frase popular, tan cierta: «Te quiero más que a unos zapatitos viejos…» Pues eso mismo, en versión automóvil, nos pasa hoy. Hoy, los zapatos, por lo general, son cómodos desde el primer momento —aunque hay excepciones—, y podemos estrenarlos sin sufrir y sin echar de menos las babuchas caseras o la palangana con agua templada y sal, pero el coche son los zapatos de estreno a los que se les mete el chino de una autopista o una autovía, y cuando hay un problema, aunque sea menor —un pinchazo, un roce entre dos vehículos, la avería de un camión—, te acuerdas de los zapatos de estreno y de las babuchas, y dices: «Te quiero más que a una carretera comarcal o a una vieja carretera nacional que nadie toma.»
A veces, lo que se construye para ahorrar tiempo se convierte en un entorpecimiento que lo que consigue es malgastarlo. Es verdad que no podríamos hacer los viajes que hacemos si no tuviésemos las autopistas y las autovías que tenemos, pero las dos vía son inventos incompletos, porque basta, como decimos, una avería o un pequeño accidente para que la modernidad regrese a los tiempos de la rueda romana y los caminos de piedra. Si es verdad que no hay vía más rápida y cómoda que una autovía o una autopista, más cierto es que, si surge un problema de tráfico, no hay vía más lenta, y la gran obra de ingeniería se convierte en una copla, en «Callejuela sin salía.» ¿Por qué, al construir autovías y autopistas, no dejan tramos sin mediana —cerrados con cadenas o con bolardos de sube y baja— para que, en caso de atasco en la vía, la DGT pueda abrir para que los conductores que quieran tengan la posibilidad de volverse para buscar otra solución? Pues nada. Un pinchazo, un accidente, una avería y «Callejuela sin salía, / donde yo vivo enserrá, / con sombrilla, con sandía / y la nevera cargá… Y en mi calle sin salía, / ya no puedo caminá, / ni de noche, ni de día, / ni p’alante, ni p’atrá.» No hago chiste con la copla, trato de expresar la desesperación de miles y miles de automovilistas que hacen un cálculo lógico de hora y media de viaje y se tiran cuatro o cinco en un atasco, sin posibilidad de buscar otra solución. Así que te quiero más que a unos zapatitos viejos y más que a una carretera comarcal o nacional de poco tráfico, pasando por los pueblos y echando en vez de hora y media, tres, pero parando o volviéndome cuando quiera. Preferible a verse en «callejuela sin salía, ni p’alante ni p’atrás.»
antoniogbarbeito@gmail.com