La calle Baños, a propósito de una polémica
Dado el importante papel que juega el adoquín en la definición del espacio de la ciudad debería ser defendido como parte de su patrimonio histórico
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La ciudad. Ese bien del que tenemos el usufructo y no la propiedad. Quien de verdad la entiende sabe que tanto o más que espacio y arquitectura es una manifestación del tiempo y la memoria. Una presencia viva de nuestro pasado y al mismo tiempo un territorio en continua transformación. Por eso nuestra mirada sobre ella oscila entre la nostalgia y el deseo y, por tanto, entre una mirada hacia el pasado y una mirada hacia su futuro. Podría afirmarse que tenemos de ella una doble memoria, la del pasado y la "del futuro" pues, movidos por el deseo, nuestros proyectos sobre la ciudad ya anticipan la ciudad futura y ofrecen de ella una realidad cuya imagen puede traernos algo equivalente a un recuerdo: la imagen de un tiempo distinto al presente pero que aún o ya le pertenece.
Y obligados a adaptarla a sus nuevas funciones y necesidades, su futuro no pude concebirse sin que en él quede integrado todo lo que de su pasado debe permanecer. Tampoco es concebible ya una ciudad que no se enfrente hoy a sus nuevos retos sin ser sensible a una tarea común y universal: la conservación del medio ambiente, amenazado como está el equilibrio del planeta tal como hasta ahora la concebimos.
Conservación del patrimonio y sostenibilidad serán por tanto, no objetivos en sí mismo, sino premisas de cualquier forma de actuación sobre la ciudad.
Descendiendo al terreno de lo concreto, y a riesgo de que alguien piense que llegamos excesivamente a lo particular, traigo a colación en el marco de esta reflexión la nueva configuración que se ha dado a la calle Baños cuyo resultado está siendo estos días objeto de polémica que ha saltado a los medios.
Quizás en el conjunto de los problemas de la ciudad pueda parecer una simple anécdota, pero no por ello deja de ser un paradigma de una forma de actuar que a muchos nos parece carente de respeto por la conservación del patrimonio y la sostenibilidad.
La intervención en Baños viene a completar una actuación llevada a cabo hace dos años de modificación del tráfico entre Torneo y Plaza de la Concordia que, aunque ha aportado ligeras mejoras, no nos parece suficiente ya que lo esencial, el excesivo uso del tráfico en el área central de Sevilla y su centro comercial, sigue condenando a esta calle, en el sector Torneo- San Vicente, a soportar un tráfico muy por encima de lo que sería aceptable.
También nos parece la actuación que comentamos paradigmática de una política que en las obras que se vienen realizando está destruyendo una forma de pavimentación tradicional que al menos desde mediados del s. XIX viene asociada al uso del adoquín de Gerena. Dado el importante papel que juega este material en la definición del espacio de la ciudad al construir el plano horizontal de la misma (en realidad lo que más vemos de la ciudad al andar por sus calles) entendemos que debería ser considerado y defendido como parte de su patrimonio histórico artístico.
Cada vez que este pavimento se sustituye, bien por asfalto, como en Trastamara y calles adyacentes, o por adoquín de Quintana de la Serena o por alguna idea nueva, como ahora en Baños, el pavimento original o bien desaparece o acaba en poder de empresas privadas, que le hacen al Ayuntamiento el "favor" de evitar su engorroso almacenamiento. La ciudad pierde así, además del valor patrimonial, un valor económico y medioambiental, lo que no nos parece que ayude al Ayuntamiento en su compromiso con la reciente declaración de Emergencia Climática.
Sobre todo porque aún no se ha concretado una respuesta a una petición reiteradamente formulada: la reutilización del adoquín existente cortado por su plano intermedio, lo que permitiría, si las pruebas que se han solicitado comprobaran su idoneidad, conseguir un plano de pavimentación con menor o nula curvatura de las piezas, resolviendo algunas de las desventajas de su utilización y permitiendo su reciclado. Un trabajo realizado por la Escuela de Arquitectura de Sevilla ha demostrado recientemente algo tan evidente como que seguir utilizándolo en las condiciones que proponemos es más sostenible y económico que seguir esquilmando el territorio para traer nuevo material a nuestras calles desde canteras lejanas.
Lo que ahora aparece en la calle Baños preocupa sobre todo como muestra de una forma de hacer que piensa que la imagen histórica de la ciudad y su memoria puede ser sustituida por pavimentos de autor, sin ningún arraigo en una idea homogénea de la misma, hoy resuelta con un diseño de tiras lineales de colores, mañana, con rombos o círculos o lo que en ese momento pase por la mente del que la proyecte. Entendemos esta forma de actuación como una banalización de la memoria de la ciudad.
Duele que frente a esta pérdida de principios se puedan oír argumentos tan mal traídos como que se actúa así tras consultar a los vecinos. Sonroja pensar que en base a una interpretación así de la democracia, alguien se sienta justificado a actuar de una forma que empobrece un bien común.
Un bien del que hoy tenemos su usufructo y no la propiedad. La ciudad. Y menos aún la potestad de trocearla como si cada calle perteneciera a los vecinos que en ellas habitamos.
Francisco Barrionuevo es arquitecto y exdelegado de Urbanismo.