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Bata de cola en el cartel de Fiestas

Los trajes de volantes de flamenca han devenido en estrechísimas batas de cola de bailaoras profesionales

Antonio Burgos

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Lo vi muchas veces en fotos y vídeos durante la celebración del Simof, y me llamó bastante la atención. Pero no era cuestión de escribir sobre el asunto en aquellos mismos días, porque era darles una puñalada sin navaja a quienes con su mejor voluntad ... y máxima ilusión mantienen esta productiva industria sevillana, cual la producción, a medida o confeccionada, de trajes de flamenca. Por cierto, ¿cómo es lo más correcto y más sevillano decir, querida Lina? ¿Traje de flamenca o vestido de gitana? ¿O la sevillana se viste de flamenca con un traje de gitana? Vamos, lo que los de Madrissss llaman genéricamente «faralaes», como le dicen «calesa» a todo coche de caballos, sea un milord de alquiler de los que pasean a los turistas, sea una carretela maravillosa enganchada a la inglesa. Me duele la boca de aclarar a los de fuera que los sevillanos no decimos «faralaes». Y que los «faralaes» no son los lunares de las telas de los trajes de flamenca, como muchos creen, sino sus volantes. Y que «faralaes» es el plural, que el singular es «faralá», o sea, volante. Pero no volante del coche con el que te quitan los puntos del carné si vas a más de 120, ni volante que te da el médico de familia del SAS para el especialista, sino volante del traje de flamenca. O sea, «guarnición rizada, plegada o fruncida con que se adornan prendas de vestir», según la quinta acepción de la palabra en el DRAE.

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