LA ALBERCA

Arenas Paradise

Las primarias de la derecha se han decidido en un lugar donde sólo ha gobernado la izquierda

Alberto García Reyes

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Si la regeneración del PP pasa por Javier Arenas , catapum. Sus postales con Soraya estos últimos días han sido como un simposio de pintura contemporánea en el que nos muestran el «Ecce Homo» de Borja . El patriarca de la gaviota andaluza ha demostrado en estas nuevas averías de Génova su fascinante capacidad para denigrarse. Porque está entrampado en el peor agujero de la vanidad: no saber irse. El poder sólo entiende de poder. Y dentro de esa paranoia endogámica hay especialistas en áreas muy concretas. Javier Arenas es, sin duda alguna, el mejor perito de la oposición que hay en este país. Nunca un perdedor con tan amplio historial de derrotas logró mantenerse en el bienestar de la política sin responsabilidades durante tanto tiempo. Toda su generación se ha marchado por distintas puertas: unos a Soto del Real, otros a Sotogrande , otros a Santa Pola . Pero Arenas no tiene a donde ir y sigue ahí muriendo por sus siglas. Mejor dicho: matando.

El triunfo de Sáenz de Santamaría en las primarias del PP es la enésima resurrección del lince andaluz, cuya astucia para elegir la trinchera buena en las batallas es inversamente proporcional a su capacidad para ganar una guerra. Este dato es aturdidor: las elecciones internas del partido de la derecha española por antonomasia se han decidido en una comunidad donde sólo ha gobernado la izquierda. Arenas ha conseguido crear en Andalucía un plácido cortijo en el que no se le discute nada a pesar de que nunca ha hecho nada. Por eso negarle su talento para la abducción de las masas afines sería una injusticia. En el Sur no hay un solo movimiento del PP que no lleve su firma, unas veces velada, otras veces despechugada. Pero siempre letal. Porque nadie baila el chachachá de la política mejor que él. Su truco es infalible : el pie derecho en una loseta y el izquierdo en la otra hasta un segundo antes de la elección. Un leve movimiento de cadera y, magia, los dos pies en la losa buena.

Soraya tendrá que bailar con Javier refugiándose en recursos dialécticos de baja ralea porque le debe una. Sin la maquinaria andaluza habría ganado Casado , que tiene el respaldo de la militancia en la mayoría de las regiones en las que el PP no ha sido sólo una asociación benéfica diseñada para quejarse cómodamente del gobierno de la Junta en las partidas de dominó. Pero la democracia es así de hermosa. L a ganadora de las elecciones en Andalucía cayó en las primarias del PSOE y el eterno perdedor ha ganado las del PP. La gran incógnita ahora es qué va a hacer la Real Academia Española con el término «regeneración» porque la actual acepción ha quedado en desuso.

En el «Arenas Paradise» las partes dañadas no se restauran jamás. Pasa el tiempo, pasa la vida, pasan los candidatos, pero Javier siempre está ahí para cumplir generosamente su misión humanitaria: que no olvidemos nunca que los buenos son los que llegan, pero los mejores, los que no necesitan estar arriba para que los miren, son los que saben irse.

Arenas Paradise

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