LA TRIBU
Monstruos
¿Qué está pasando aquí, con tanto acomplejado que se da, un día y otro, a matar su ex pareja, porque ella ha decidido vivir sin él?
-kb8D--1248x698@abc.jpg)
Te has ido a buscar a Pastora; tenías necesidad de oírla, de oírle la queja por soleá con aquella voz suya, diciendo, ay: «Males que acarrea el tiempo, / quién pudiera penetrarlos, / para ponerles remedio / antes que llegara el daño.» Y mientras la escuchabas, asentías, y ... aun hablabas: «Verdad, Pastora, verdad. «Males que acarrea el tiempo, / quién pudiera penetrarlos…» La Niña de los Peines cantaba esta letra de soleá y se dolía tanto al decirla que parecía herida de algún mal al que no pudo llegar a tiempo de remedio. «…Quién pudiera penetrarlos…» Sí. Porque si hubiesen podido penetrar en la oscura y enloquecida mente de ese parricida canario, ese monstruo que para vengarse de su ex mujer —triste e inútil ‘solución’ de machista—, mata a sus dos hijas, dos preciosas criaturas de seis y dos años y las tira al mar, lastradas con el ancla de su embarcación, se habría podido, quizá, evitar el daño. Te niegas a aceptar que ese padre es, o era, una persona como cualquiera. Como te has negado siempre a reconocer que los terroristas que asesinaban sin distinción, por la espalda, con un tiro en la nuca, eran personas normales; a veces no aceptabas ni que tuvieran categoría de personas. No, ese padre tenía dentro el ‘bicho’, el gen de monstruo, y se le despertó con el odio, los celos, el despecho, y si hubiese podido acabar con el mundo, con el mundo acaba. Monstruo.
Quién pudiera penetrarlos, sí. Ay, quién hubiese podido entrar en la espiral violenta que tendrá en la mente ese asesino de Estepa que ha sido capaz de matar a su ex novia —otro golpe de machismo; otro acomplejado; otra sangre de escoria— y descuartizarla y tirar sus restos como basura, sólo porque ella ya no quería seguir viviendo con el monstruo, aunque tuviera con él un hijo de cuatro meses. Dos hipérboles de la maldad, de la violencia, del odio, de la monstruosidad. ¿Qué está pasando aquí, con tanto acomplejado que se da, un día y otro, a matar su ex pareja, porque ella ha decidido vivir sin él? ¿Qué quieren, estos monstruos con sangre de letrina, atrabiliarios que sólo saben golpear, herir, matar? ¡Aprended a amarlas como hombres de verdad, antes que a maltratarlas como bestias impotentes! Dos niñas de seis y dos años —sus hijas—; una chiquilla de diecisiete años —madre de su hijo—, y dos monstruos infernales que deciden matar a quien sea, con tal de un aparente desahogo de su impotencia. No, no son personas como otra cualquiera, son monstruos con la semilla del mal muy entera. Gente que confunde dominio con amor, violencia con lección; y, tarados para enamorar, se dan a la venganza. Monstruos que son, como decía el poeta, «mala gente que camina / y va apestando la tierra.»
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete