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Belleza inconveniente

Esta luz es bellísima, pero lo sería mucho más si la Mano le lavara la cara y se la secara con un oreo de brisas de temprana otoñada

Antonio García Barbeito

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Otoño que lleva octubre y las borrascas que deberían venir a regalarle a la tierra el jugo que necesitará más tarde, están como los versos de Federico en el Poema de la soleá: «Ni tú ni yo estamos / en disposición / de encontrarnos.» No, no están ... en disposición de encontrarse. Asomado a las azoteas del cálculo meteorológico, allá, en las previsiones de una página de la NASA, se columbran chaparrones en torno al dieciocho de este mes, pero vaya usted a saber si no vendrá un viento a llevarse las nubes a otro sitio, que ya saben que cuando está de llover, el humo de una candela de ramón se convierte en nube y descarga, y cuando está de sequía, amarra usted nubes de tormenta, cargadas de agua, y las sujeta sobre la vertical del paisaje y no llueve aunque las pinche, aunque las zamarree. Las nubes son capaces de beberse el agua, o de evaporarla, antes de soltarla.

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