PÁSALO

Amarillismo

Desde Cadaqués a Besalú tedas cuenta de que el 155 sufraga el separatismo

Estudiantes se manifiestan por el centro de Barcelona para reclamar una rebaja del 30 % de las tasas universitarias, la retirada de la aplicación del artículo 155 y contra las agresiones machistas. EFE/QUIQUE GARCÍA
Felix Machuca

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Era un becario. Aún sin terminar la carrera. Y tuve la suerte de que me enviaran a San Sebastian para hacer la crónica de un Sevilla FC contra la Real Sociedad. Creo recordar que en el tren coincidí con la crema local del periodismo deportivo de la época. Desde Fernando Gelán a Sánchez Araújo. Cuando me desperté y baje la ventana, se me apareció en toda su auténtica dimensión, la otra cara de las Vascongadas, donde rara era la casa de piedra vieja que se asomaba a las vías que no tuviera colgada una ikurriña con lacito negro. No recuerdo en memoria de quién lo colgaban. Estoy seguro que no era por el último guardia civil asesinado. Pero les puedo asegurar que la tensión, la crispación y el rechazo hacia todo lo que fuera español estaban insultantemente permitidos. El partido no llegó a jugarse. La delegación del gobierno lo suspendió por temor a que las gradas se incendiaran. Sindicatos y partidos aberchales habían convertido a la Bella Easo en una magdalena mojada en rencor, con calles cortadas con mobiliario urbano y neumáticos ardiendo. Solo la policía nacional, pertrechada para enfrentarse a la guerrilla urbana, tenía todos los motivos del mundo para salir a la calle.

Un médico sevillano, Manuel González, ha aprovechado el puente del primero de mayo para viajar hasta Cataluña. Desde hace cinco años tiene a uno de sus hijos trabajando en Barcelona. No sé si la impresión de lo que ha visto en una viaje turístico por Gerona y Lérida es comparable a lo que mis ojos vieron asombrados hace tantos años en el norte. Pero por las cosas que me cuenta colijo que ha regresado del principado tan desnortado y confuso como yo me quedé cuando me enviaron a hacer una crónica de fútbol y regresé con una crónica prebélica en la libreta de notas. Confuso y desnortado. Alertado y sorprendido del grado de impunidad que permite el 155 ha regresado nuestro doctor. Que me ha comunicado que esas dos provincias son, técnicamente hablando, territorio comanche. Tierras emancipadas. Las iglesias lucen la solidaridad amarilla con los insurrectos. Las colgaduras de los balcones exigen la libertad de los políticos enchironados por sediciosos. En casi todos los colegios e institutos gritan las paredes con pintadas provocadoras donde se lee que “las escuelas siempre serán nuestras”. La marea amarilla ha llegado a las carreteras, a los quitamiedos y a la decoración de interior de muchos negocios de hostelería. En las plazas de la mayoría de los ayuntamientos se han colocado placas donde se lee: República Cataluña Independiente. Ayuntamiento adherido. Desde Cadaqués a Palafruguell pasando por Besalú solo sacas en claro una conclusión: el 155 está sufragando la revolución separatista. No es ninguna exageración. Baste como ejemplo este: el arco parlamentario independentista sigue cobrando sus estupendos sueldos por obra y gracia de Madrid.

Llevan treinta años mintiéndole y robándole a los catalanes. Así han conquistado más de dos millones de voluntades tan leales e inquebrantables como las de la mujer de Pujol a las biblias del banco de Andorra. Han desestructurado familias que hoy están enfrentadas por la semilla del diablo separatista. Más de tres mil empresas han huido de Cataluña. Y el retroceso social y económico va a dejar al principado a las puertas de la edad media. Los de los números valoran que tardarán 20 años en regresar a la dulce y cómoda posición que gozaban antes del procés. Da igual. Ellos van a seguir jugando a lo que les da de comer. Ahora se les han unido los sindicatos UGT y CC.OO., que buscan a Willy desesperadamente entre los insurrectos para no cerrar por falta de personal. Solo Ciudadanos con Inés Arrimadas ejerciendo como presidenta en la sombra del Parlamento tienen un discurso limpio, transparente y sin complejos para lidiar con semejante ganadería. Cuentan que cuando los vándalos conquistaron Cartago, los vecinos fueron sorprendidos en el anfiteatro. Divirtiéndose. A ver si las abadesas de Madrid pillan a esta jauría en el campo del Gerona aplaudiendo a Messi y nos divertimos todos.

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