Un señor

Alejandro Rojas-Marcos

Cuando fui alcalde, nunca supe dónde empezaba el Ayuntamiento de Sevilla y dónde acababa Tomás Balbontín. Había pocos que conocieran la ciudad y los entresijos municipales como él, que siempre marcaba el ritmo informativo y que, cumpliendo con su condición de gran periodista, unas veces me trataba con cariño y otras de forma crítica. Pero cuando te daba, nunca podías enfadarte con él porque lo hacía con mucho señorío y, además, siempre tenía a mano su gran sentido del humor. Como buen sevillano, Tomás tenía mucha gracia, pero no era un gracioso. Era un señor. Por eso he sentido tanto su muerte. Conviví con él desde que entré en el Ayuntamiento en 1987 hasta que me fui en 1999, así que en mi currículum municipal tengo una foto suya porque tuve la suerte de coincidir con un periodista histórico.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación