La Alberca
Los monaguillos de Pedro Sánchez
En el PSOE están aflorando los nervios ante el glosario de fechorías de su líder unigénito

El emperador nunca cae cuando arde el imperio, sino cuando se quema su casa. El cesarismo de Pedro Sánchez no verá su declive en la devastación de España y de sus instituciones. No seamos tan ilusos. Su caudillaje ha debilitado la ley con los indultos ... a los independentistas, la Justicia con el nombramiento de su ministra Delgado como fiscal general y con el bloqueo del Poder Judicial, la Jefatura del Estado con el desprecio y acoso a la Corona y el Consejo de Ministros con la fractura en dos gobiernos, el suyo y el de Podemos. Pero no ha pasado nada. Sánchez ha destrozado los históricos acuerdos internacionales con el Magreb simplemente para defender los datos de su teléfono móvil, ha averiado la Constitución con prebendas a los antisistema a cambio del poder, ha roto el principio de unidad territorial, ha mancillado a las víctimas del terrorismo acercando presos etarras, ha permitido a los secesionistas incumplir la sentencia de la inmersión lingüística, ha repartido los fondos europeos destinados a la regeneración tras la pandemia dando prioridad a las regiones gobernadas por su partido, ha provocado la mayor inflación de la historia, ha usado los recursos públicos con fines particulares —el Falcon para una boda, Marismillas para su pandilla—, ha incumplido todas las normas de transparencia, ha colocado a sus amigos en puestos para los que no están preparados, ha mentido sin rubor, ha descompuesto el Centro Nacional de Inteligencia... Y no ha pasado nada.
Hoy pagamos a dos euros y pico la gasolina, a diez el kilo de pechuga de pollo y a cinco el litro de aceite. La harina y los huevos han subido un 25 por ciento, el pan un 18, la leche un 16... Pero no pasa nada. El káiser está levitando sobre su halo mayestático de superioridad, ajeno a la miseria económica, moral, institucional y diplomática que su carácter sociópata está provocando en España, y nada le afectará hasta que las llamas entren por su ventana. Sufrirá un barquinazo en Andalucía, donde su marioneta no funciona, y después culpará a Feijóo, a Cánovas del Castillo, a la Beltraneja o a don Pelayo, a quien sea, para autoproclamarse el dique que nos salvará de la ultraderecha.
Lo único que le mueve la silla al presidente, a pesar de su glosario de fechorías, es el meneo interno. Por eso la queja de García-Page ha sido una señal apocalíptica. Dice el manchego que no sabe si se presentará a las próximas elecciones en su comunidad porque no es dueño «ni de mis propias decisiones» (sic) porque ahora «solo hay un jefe para toda España, los demás estamos aquí de monaguillos». Cuidado, que esto no es una tontería. Page ha tirado a dar: «Hemos conseguido la unanimidad perfecta: la de uno». Pedro Sánchez ha demolido todas las instituciones, también el PSOE, gracias a su omnipotencia unigénita. España no ha sabido defenderse hasta ahora, pero parece que los monaguillos del partido no van a dejar que arda su templo. Dios aprieta pero no ahoga.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete