tribuna abierta
Sam en la historia
Tarde o temprano, el caudal de desarrollos tecnológicos dispersos desembocaría en algún otro Altman, caso de no existir este. De cualquier modo, Sam se encuentra en una encrucijada donde los múltiples destinos que se abren delante de él son los destinos de la humanidad
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Sam Altman es un joven emprendedor estadounidense que dirige una de las empresas tecnológicas más importantes de la actualidad, OpenAI. Esta compañía ha desarrollado el modelo de lenguaje ChatGPT, una inteligencia artificial que dialoga con habilidad discursiva casi humana.
Con ChatGPT, la empresa de Sam ... ha dado un paso de gigante hacia la inteligencia artificial general (AGI por sus siglas en inglés). Una de las definiciones empleadas para la AGI sería la máquina que superaría a la inteligencia humana en la mayoría de las actividades cognitivas con valor económico.
Sam Altman evoca el arquetipo de Steve Jobs, Bill Gates, Mark Zuckerberg y Jeff Bezos, los grandes emprendedores que revolucionaron el ordenador personal e internet. Pero su revolución es diferente, mucho más peligrosa. Tiene un arma poderosa, y por ello recuerda también a Robert Oppenheimer, que revolucionó la geopolítica con la bomba nuclear. Difiere de él en que su tecnología no es intrínsecamente destructiva, pues también augura enormes beneficios para la humanidad. En este sentido, se sitúa más cerca de Einstein, cuya fórmula E=mc2 sentó las bases de la explotación de la energía nuclear, haciéndose acreedor de sus usos positivos. Aparte de no ser un científico a la antigua usanza, difiere Altman de Einstein en ser consciente de los nubarrones que se ciernen sobre el horizonte. Tanto es así, que ha escrito un ensayo sobre el ingreso mínimo vital en un contexto social hiperautomatizado, titulado 'American equity'.
Altman es un emprendedor excepcional, aunque el azar también ha contribuido a su protagonismo. Su modelo de lenguaje es el resultado, sorpresivo incluso para él, de extender a gran escala algoritmos preexistentes. Tarde o temprano, el caudal de desarrollos tecnológicos dispersos desembocaría en algún otro Altman, caso de no existir este. De cualquier modo, Sam se encuentra en una encrucijada donde los múltiples destinos que se abren delante de él son los destinos de la humanidad.
Sam escribió el pasado 24 de febrero un mensaje para la humanidad. No es un discurso grandilocuente ni visionario. No se arroga poderes que no tiene ni pretende ser un líder ni un sabio venerable. Está entusiasmado y asustado por partes iguales, y quiere transmitir su preocupación. El texto, titulado 'Planning for AGI and beyond', no difiere en su planteamiento de otros visionarios de la superinteligencia, como Isaac Asimov, Ray Kurzweil, o John Von Neumann, pero ahora se percibe de manera completamente nueva, al tratar del aquí y del ahora. Habla de beneficios incalculables, riesgos impredecibles y controles necesarios. Asume responsabilidad por ello, prometiendo que OpenAI desplegará la tecnología de forma gradual para permitir que la sociedad se adapte a los cambios. Y añade que su empresa dispone de mecanismos para evitar someterse a incentivos perversos, por ejemplo, limitando los dividendos que puede reportar. La carta persigue, entre otras cosas, atenuar las posibles suspicacias que suscitan sus hallazgos.
Sam Altman se mantiene activo en redes sociales. En un tweet reciente, afirmó que la épica caída del Silicon Valley Bank debería llevar a regular el sector bancario con más celo. Un tuitero avispado le replicó: «¿Y por qué no reclamas más regulación para la inteligencia artificial?». Sam contestó que también lo considera necesario. Otros usuarios, incluido el conocido pensador Jordan B. Peterson, elevan el tono y acusan al empresario de haber concebido ChatGPT con un marcado sesgo ideológico en favor del movimiento 'woke'.
Si tuviera ocasión de dirigirme a Sam, le recordaría su compromiso, pero al mismo tiempo trataría de rebajar su preocupación, no porque ignore los peligros que señala, sino porque la herramienta que ha creado es replicable, mucho más que un arma nuclear, y pronto llegarán otros con versiones más potentes. Ya se han publicado nuevos modelos de lenguaje, y algunos, como el desarrollado por Facebook-Meta, se pueden descargar y ejecutar en un PC corriente, sin conexión a internet. No habrá una sola inteligencia artificial, sino una carrera tecnológica plagada de ellas. Las mejores estarán en manos de gobiernos y grandes empresas.
Sam podrá descansar, el futuro de la humanidad ya no será responsabilidad suya.
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