TODO IRÁ BIEN
Podría ser de izquierdas
A desatender a Dios se llega antes que a intentar tocar su cara

Podemos salió ayer en tromba a defender a Cristina Fernández de Kirchner, condenada por corrupción. Yo podría ser de izquierdas y hasta de extrema izquierda porque me sé todos sus poemas y todas sus canciones, sé cómo construyen la propaganda y me siento como mecido ... en sus ensoñaciones aún sabiendo que son falsas. Me gustan sus artistas, sus cenas, la facilidad con que mezclan el caviar con la lucha de clases y he vivido tanto con ellos, y nos hemos reído tanto, que estoy acostumbrado a su cinismo tan faltón con los parias, diciéndoles lo que tienen que hacer mientras ellos hacen todo lo contrario. Ganaría mucho dinero si fuera de izquierdas porque sé qué teclas hay que pulsar para encender a la turba y ser su estandarte.
Pero yo soy uno que escribe sólo de una manera, y es que lo que escribo se parezca a lo que vivo. Yo podría dormirlos a todos entre mis brazos citando las más hermosas canciones pero sé dónde está el dolor y por dónde nos rompemos y si explicara cualquier otra cosa me parecería poco importante, y yo aún aspiro a salvarme. He visto a los mejores columnistas de cuando yo era muy joven ahogarse en su artificio y en su mentira, y acabar como payasos de sí mismos, haciendo un ridículo del que no eran ni conscientes. He visto los millones de cadáveres de sus causas atroces revolviéndose en sus artículos y en sus canciones.
Si no soy de izquierdas no crean que es porque no sé cómo se hace, ni porque ignoro las caudalosas ganancias, sino porque sería demasiado fácil. A desatender a Dios se llega antes que a intentar tocar su cara y no hay nada más inmediato que el aplauso de la masa en lo obvio, aunque sea mentira. Sobre todo si es mentira; y es muy suculento el negocio. Pero luego, ¿qué? Yo soy el padre de Maria y la quiero demasiado para decirle que ser mujer es un mérito y que merece un premio por ello. Me lo paso demasiado bien con ella para privarle del gusto –tan profundamente humano– de competir, de intentar ser la mejor y de ganar. Ella sola es ya demasiado inteligente como para que alguien pueda convencerla de que no existe la tensión trascendente. Y aunque esto sea coquetería geriátrica, o vanidad extemporánea, me gustaría que cuando alguna vez me lea muchos años después de que yo haya muerto no piense que fui un estafador y un delincuente que exprimió el sufrimiento ajeno para ganar su dinero.
Prefiero que algunos me insulten a insultarlos yo a ellos con mentiras oportunistas que sólo conducen a la miseria y a la muerte. Prefiero no gustar a tanta gente pero poder escribir hasta el último día y que hasta el último artículo tenga sentido. He visto a muchos articulistas, y a muchos cantantes, algunos queridos amigos, que ni siquiera notaban la contradicción entre sus panfletos y sus palacios. De fondo siempre me queda la duda de si en verdad son tan cínicos, y no les importa ser exactamente la negación de lo que dicen, o llevan el mal tan incrustado dentro que defienden lo suyo en serio; lo suyo y a la perturbada de Cristina.
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