Coldplay

Soy de Barcelona y el padre de Maria: Cataluña y a las mujeres no son ajenas a mi vida. Vivo en Barcelona y no querría vivir en ninguna otra ciudad. Educo a mi hija para que crezca libre y segura, y para que no permita que nadie le dé o le quite nada en función de su género. Pero los debates del «me too» y las ofendiditas por cualquier tontería, como la carta de Sevilla, me parecen la misma pérdida de tiempo y la misma falta de respeto a la inteligencia que las mesas de diálogo, la carraca de «lo volveremos a hacer» o las nuevas versiones del aldeanismo moderado.

También me cuesta mantenerme despierto cuando me hablan del medio ambiente y del cambio climático. Voy a decir algo y me sale un bostezo antes que cualquier palabra. Todo me parece absurdo y repetido. Más inútil hasta que estúpido.

Feminismo, catalanismo, ecologismo. Son las viudas negras de España, las hermanas tacañonas vestidas de luto. Ya no son ni las enemigas. Simplemente unas pelmazas. El fútbol de Guardiola es la síntesis de las tres en grado de afectación superlativo. Que el Madrid ganara la Champions, y la forma de ganarla, fue un Desembarco de Normandía contra la tristeza, contra la impostura. El fascismo de nuestra era es el victimismo.

No respondan, no entren en debates que no existen, no se sientan interpelados por la nada. España es un país fantástico. Hablen de cosas entretenidas, lean a Cristina Casabón, vayan a Bilbao, a Jerez, a La Toja, a Comillas. No tengan reparo en gastar, somos un país barato. En la España de Isabel Díaz Ayuso es un atraso ponerse a discutir sobre si piropear a una mujer ha de ser delito. Con la pujanza de Málaga no tiene ningún sentido dar la turra con los paletos de Vic o de Olot. Cualquier idea sobre la naturaleza que no sea que está a nuestro más absoluto servicio no es una idea, es una hortaliza.

La cantidad de catalanes que estarían en el paro si no alimentaran Cataluña como problema, para no resolverlo nunca, es proporcional a las feministas cuyo interés sólo está en el chiringuito. Mi ahijado más joven me ha pedido que le ayude a conseguir dos palcos en el concierto de Coldplay del año próximo en Barcelona para impresionar a una madrileña de la que se ha enamorado, de muy buena familia. Estos son los catalanes, las chicas y la naturaleza que me gustan. Y estamos todos muy contentos y nos vamos a comer el mundo.