Todo irá bien
La cárcel
Castigar a Sánchez no es insistir en el error sino enmendarlo

NO me gustaría ver al presidente Griñán en la cárcel. No me gusta usar la corrupción como revanchismo. Hasta la llegada de Ciudadanos y Podemos -en este orden e importancia- estos asuntos no estaban en las conversaciones de las personas instruidas.
En España hay demasiada ... población reclusa. En la cárcel sólo tendrían que estar aquellos cuya libertad representa algún peligro físico para los demás: asesinos, violadores, golpistas, perturbados en general, los incapaces de convivir y de los que por lo tanto nos tenemos que proteger. Pero si uno ha robado, que lo devuelva. Existe el embargo, los trabajos para la comunidad y otras medidas más eficaces y edificantes para hacer pagar al que la tenga su deuda concreta con la sociedad.
Lo digo por Griñán pero también por tantos casos parecidos. Meterles en la jaula no sirve para nada. Ni a ellos, porque no los mejora en nada; ni a nosotros, que nada ganamos, salvo dar rienda a nuestras pasiones más bajas. Yo no sé si los que tan severos se ponen hacen el ejercicio mental de pensar lo que realmente significan seis años de cárcel; yo no sé si estos justicieros de barrote fácil se hacen una idea de lo que implica que te arranquen de tu familia, de tu vida y del mundo, y me pregunto cómo alguien puede hallar satisfacción en pensar que a otro va a sucederle.
Comparto la idea de que será cínico que Pedro Sánchez indulte al expresidente andaluz, por su promesa de no indultar nunca a nadie por un caso de corrupción, y porque lo que llegó a decirle al presidente Rajoy, además de mentira fue indigno y con su matonismo deleznable rebajó el debate público a un fango impropio de un país civilizado.
Por ello, con Griñán no hay que cebarse sino poner en evidencia la fatuidad y la hipocresía del presidente del Gobierno; y estaría bien que la derecha aprovechara que el beneficiado es otro para mostrar generosidad, humanidad y grandeza, y no que son tan brutos como la izquierda y que su único propósito es quitarlos para ponerse.
La corrupción es grave, y tiene que ser gravemente castigada. Pero sobre todo remendada, y hay que procurar por todos los medios que lo que fue robado sea devuelto. Luego, cuando hablemos de cárcel hay que recordar que hablamos de personas, y que si nos encierran nos hunden en la miseria y es cruel hacerlo cuando no resulta estrictamente necesario. Los populismos, sobre todo Ciudadanos, y tras él Podemos y Vox, se permiten altas contundencias porque las personas nunca les importaron, y por eso las tratan como las tratan, y hacen un daño irreparable a la humanidad y la benevolencia que tienen que guiar siempre la actuación de un Estado al que uno pueda sentirse orgulloso de pertenecer. Griñán y otros tantos como él no hacen nada en la cárcel.
Castigar a Sánchez no es insistir en el error sino enmendarlo. Ser los de la Cruz y la libertad es heroico pero no es fácil. El mayor reproche que se puede hacer a los populismos es no ser como ellos.
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