TRIBUNA

Amor insuperable, doliente y triunfante

La pasión de Cristo es el mayor servicio prestado a los hombres pues nos muestra el camino a la gloria

Rafael Zornoza

Cádiz

La Semana Santa que se inicia el domingo de Ramos es, ciertamente, la celebración de los misterios de la fe cristiana. Inmediatamente nos introduce en la Pasión de Cristo donde podemos ver el doble drama en el que estamos implicados: el del viejo Adán o ... el de Cristo, nuevo Adán. Tenemos que escoger entre el camino de la soberbia rebelde, como en el caso del primer hombre, o, por el contrario, siguiendo a Cristo, caminar desde la humildad a la gloria. El Hijo de Dios escogió el camino opuesto al de Adán: se humilló y se hizo obediente hasta la cruz. El drama de Cristo comienza cuando decide hacerse siervo de los hombres. En el evangelio de San Lucas la pasión de Cristo comienza en la celebración de la Cena donde Jesús pregunta a los discípulos: «¿Quién es más, el que está a la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve» (Lc 22,27). La desobediencia de Adán fue redimida por la obediencia de Cristo y, gracias a esta obediencia, el hombre, todo hombre, puede recuperar su dignidad perdida.

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