Dorian Grey

La gente ve 'First Dates' para pasárselo bien, como si estuviera visitando un zoológico humano, que es algo mucho más entretenido que un zoológico de verdad

Pío García

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La gente ve 'First Dates' para pasárselo bien, como si estuviera visitando un zoológico humano, que es algo mucho más entretenido que un zoológico de verdad. Los hipopótamos son graciosos, no digo que no, pero una vez que abren la bocota y enseñan esos dientes ... de viejo, ya lo has visto todo. En cambio, los ligones de 'Fist Dates' no solo abren la boca para comer -y en ocasiones también para hablar comiendo- sino que ofrecen un variado abanico de las costumbres de la humanidad, al menos del mundo gay y del sector del estilismo y peluquería, que son los gremios más felizmente representados en el programa. Sin embargo, yo lo veo con un desasosiego creciente. He descubierto que a mí 'First Dates' me sirve, sobre todo, de cuadrito de Dorian Gray metido en el desván. De pronto aparece un tipo gordo, calvo y desvencijado, con muy mala pinta, y un letrero rojo anuncia que se llama Felipe y tiene mi edad. En ese momento pego un respingo y pregunto inmediatamente en voz alta: «¿Pero yo estoy así?». A veces me dicen que no, pero lo hacen de una manera dubitante, resbaladiza, poco tranquilizadora.

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