De techos azules y otros cuentos
El ser humano busca una explicación a todo fenómeno que ocurre a su alrededor, bien para calmar sus miedos, saciar su curiosidad o evolucionar en su devenir de la vida
Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha buscado una explicación a todo fenómeno que ocurre a su alrededor, bien para calmar sus miedos, saciar su curiosidad, o evolucionar en su devenir de la vida. A medida que pasa el tiempo, muchas cosas que se consideraban un misterio en un principio se convierten en verdades cristalinas, ya se sabe; cosas tipo como que la Tierra es redonda, que gira alrededor del Sol y que por eso existen los días y las noches, y no es que un dios mueva el astro rey en un carro surcando la cúpula celestial (que me perdonen los terraplanistas, pero creo que si fuera plana, el agua se hubiera caído ya por los bordes). Pero a pesar de esas certezas generales, y universales en algunos casos, que se van descubriendo a lo largo de la historia, la gente siempre sigue cuestionándose, dudando, debatiendo y sacando sus propias conclusiones a lo que no entiende o a lo que no quiere entender, eso en sí no es nada malo.
La pega viene cuando esta búsqueda de verdades se convierte en paranoias colectivas. Que el cambio climático es un hecho nadie lo duda, que este cambio va de la mano del ser humano tampoco es nuevo. El impacto del uso de los combustibles fósiles desde finales del siglo XIX hasta la actualidad ha repercutido en el medio ambiente, por lo que es normal que las estaciones, en aquellas zonas que hayan sido definidas, se difuminen un poco y se alarguen unas y se acorten otras, también es relativamente normal que hayan riadas, gotas frías o sequías en sitios los que antes no las había. Pero que circule por redes sociales que hay un rayo (proveniente de no sé qué satélite) que está provocando estos cambios, que en realidad venimos sufriendo ya desde hace siglo y pico, basándose en que en China algunas ciudades están pintando los techos de azul (según esta teoría el rayo no reconoce el espectro azul) me parece demencial, desde luego si eso fuera así Santorini llevaría años protegida.
Esto me recuerda mucho a la eras más oscuras de la Edad Media, en las que los poderosos solían tener en la inopia al pueblo llano con explicaciones vanas y condescendientes, o cuando el gran imperio romano tenía entretenida a la plebe dándoles pan y circo, para que no se metieran mucho en los «asuntos de mayores», con esto quiero decir que se marea mucho la perdiz en los medios, poniendo temas candentes para que desviemos la atención de otros que también son importantes, pero que no interesan que mareen tanto. Y mientras nos dan circo, que no pan, con noticias absurdas como las de los techos azules, o relevantes como el beso de Rubiales, que aunque de actualidad destacada, ya están llevando mucho la mula al trigo, ojo como noticia digo, no como que se deba cortar cualquier proceso, demanda o acción a favor o en contra de él. Y mientras sube el precio de la gasolina de nuevo, cosa que suele ser tendencia, sube más veces de las que baja, no obstante, lo puedo entender hasta cierto punto porque la tenemos que exportar y viene de ciertos lugares en conflicto. Lo que no entiendo es la subida del aceite de oliva, desde mi punto de vista de consumidora por supuesto, que es un producto de producción nacional con rancio abolengo, y que en el extranjero se vende más barato con la pobre excusa de la falta de demanda. Que sí, que tal vez no entienda muy bien que el precio lo ponga la última cosecha y no sé qué más, pero me sigue pareciendo abusivo que un producto nacional salga mucho más caro que uno importado.