OPINIÓN
Hasta siempre querida chica yeyé
Mi madre admirada decía que era muy moderna, que en palabras suyas se traducía que tenía la habilidad de no encasillarse y «tirar pa alante»
En el firmamento del estrellato español se ha apagado otra gran estrella, después de Carmen, se nos ha ido Concha artista versátil donde las haya. Entre los 10 y los 20 años Concha Velasco estudió ballet clásico, danza española y solfeo en el Conservatorio Nacional de Música y Danza de Madrid y Arte Dramático, lo que le dio las herramientas para empezar a hacer sus pinitos en el mundo de la farándula, como tantas muchachas de la época (hablamos de finales de los años 50, principios de los 60 del siglo pasado) que decían aquello de «mamá, quiero ser artista», no por nada era los años de los niños prodigio, como Joselito, o el cine juvenil protagonizado por Rocío Dúrcal por ejemplo, pero fue su carisma y su profesionalidad, fue una trabajadora incasable, las que hicieron que tuviera una carrera constante, con algún que otro altibajo como es natural, que duró más de sesenta años.
Cosa harto difícil para un artista como ya sabemos, y más para una actriz, a quienes no se les suele poner fácil eso de envejecer sobre las tablas, por lo que nos encontramos ante una trayectoria profesional espectacular, desde los quince añitos trabajando, ahí es nada. Muchos críticos de cine dicen que evolucionó al mismo ritmo de la época en la que vivía, pero yo no diría evolucionar, sino simplemente vivió cada etapa como le iba viniendo, no tenía que adaptarse a la época, sino que simplemente absorbía de los cambios que se vivían a su alrededor, que para mí ha sido la clave de su longevo éxito. Mi madre admirada decía que era muy moderna, que en palabras suyas se traducía que tenía la habilidad de no encasillarse y «tirar pa alante». Si bien es cierto que en su primera etapa empezó como «se debía» con papeles de muchachas enamoradizas (como Las chicas de la cruz roja dirigida por Rafael J. Salvia en 1958) o de esposas, siempre había un matiz rebelde de esposa inconformista, no en exceso, pero sí con ese toque que mostraba que ella tenía su propia opinión y sus propias convicciones. De hecho, de esa primera etapa una de mis películas favoritas es Juicio de Faldas (José Luis Sáenz de Heredia, 1969) en la que interpreta a una abogada que defiende a un acusado de una presunta violación, es cierto que la película está enfocada a ser una comedia de lucimiento de Manolo Escobar donde ocurren las situaciones más dispares y locas, perdiendo profundidad el personaje, pero que demuestra que Concha Velasco (no recuerdo si todavía era Conchita), como decía mi madre, era muy moderna. Pero claro, eso de ser moderna ya lo había demostrado antes con lo de ser chica yeyé. Ya en la transición huye del encasillamiento, de la comedia recurrente y de la chica yeyé, para ser la mujer del momento, (momento políticamente relevante, por cierto).
Ella decía que para ello perseguía a los directores «interesantes» hasta que terminaba trabajando con ellos, tales como Mario Camus (La colmena), Josefina Molina (Esquilache) su primera nominación a los Goya, Pedro Olea (Más allá del Jardín) o Luís García Berlanga (Paris-Tombuctú), entre otros, hasta culminar su excelsa carrera. Que yo solo he nombrado algo de cine ¿eh?, pero como todos sabemos hizo cine, teatro, y música llegando a cantar El dueto de los gatos de Rossini con Monserrat Caballé. Así que para resumir su carrera diré que tuvo 140 premios, 16 discos, 83 películas, dos cortometrajes, 36 obras de teatro, 18 series televisivas y alguna que otra cosilla por ahí… ¿Qué más decir?, que hasta siempre querida chica yeyé