OPINIÓN

Playa, feria y Eurocopa

Patricia Gallardo

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Después de pasar unos meses bastante intensos entre proyectos, trabajo y actividades varias, entre los cuales se incluye una Jura de Bandera en el acuartelamiento de Camposoto con más de mil doscientos jurandos entre hombres y mujeres, y de la que formé parte por última ... vez después de dieciocho años de servicio, como banderín en el Acto de Homenaje a los Caídos, con la consiguiente vorágine de emociones y sentimientos encontrados…, por fin me he podido tomar unos días de merecidas vacaciones, una primera quincenilla ahora, y más adelante, en agosto, otros días para hacer el Camino de Santiago (ya os contaré qué tal mi experiencia), así que, ¿cómo he empezado mis días de relax? Como es obvio, tirándome de cabeza a la playa, llevando todos mis achiperres, eso sí, porque una ya no tiene edad para tirarse con una mísera toalla en la arena, sin más protección que una visera fosforita y poco más, ahora tengo que llevarme la crema «factor yeso» y la pamela talla plaza de toros. La playa de Camposoto sigue siendo un paraíso terrenal a pesar de las quejas en sottovoce de los usuarios de la falta de duchas y lavapiés, porque todos saben que es necesario que no se activen habiendo sequía, como es obvio, pero claro una vez que te acostumbras a lo bueno (de ahí lo de sottovoce)…, cuesta volver al cubito de agua para enjuagarse los pies, es demasiado Ante Millennial para algunos. Lo que sí es una queja en viva voce , al menos de mi parte, es que he notado que hay menos bidones de basura a pie de playa que el año pasado, a ver: que hay que cerrar los grifos tanto de la arena como de los módulos, pero las papeleras que yo sepan no gastan más agua que aquellas que se usan para lavarlas muy de higos a caracoles. Pero aparte de estas peguillas, echar el día en la playa es tan maravilloso, como echar «la fresquita» en la feria, no hay nada que me guste más que vestirme de gitana, si me acompaña mi sobrinilla mejor, y tomarme mi vasito de «rebujito», (yo, mi sobrinilla «nestí»), mi pinchito y mi montadito de lomo a dos manos antes de darme un garbeo entre las casetas para echarme algún bailecito, más o menos acompasado, para después, si se tercia, terminar en los cacharritos. Si a todo este ambiente festivo le sumamos la final de la Eurocopa, pues la feria se hace memorable. Fue un bastinazo ver en la caseta municipal tal cantidad de gente siguiendo la final del partido, una marea roja sentada en las gradas del parque de los Patos sufriendo y viviendo el partido, animando a la Roja con entusiasmo, parando un rato de bailar sevillanas, modernito y reguetón, pero sin dejar de ser feriantes, porque aunque, como es obvio, había cientos de personas con la camiseta de la selección o simplemente rojas, también había decenas de vestidos de volantes rojos con mantones amarillos y viceversa y faldas rojas con camisetas de la selección y flores rojigualdas, así que esa noche fue una feria bicolor más que multicolor, donde los adornos de las casetas compartían sitio con banderas españolas de todos los tamaños habidos y por haber, desde tamaño folio a una parecida en medidas a la que ponen de vez en cuando en el mástil de la Plaza de Sevilla en Cádiz. Así que está claro una vez más, que lo que nos une a los españoles es la fiesta y las competiciones deportivas, que por cierto, durante estas últimas, es el único momento en el que podemos sacar nuestra bandera sin que nos tilden de fachas, así que habrá que aprovechar este año que también hay olimpiadas.

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